Pov Brent
Ellos habían estado haciendo algo durante esos días, había podido sentirlo. El dolor que un mate sentía cuando su pareja destinada le era infiel de alguna manera, era insoportable. Dolía, quemaba y no me permitía respirar correctamente. Era algo horrible, pero más allá del dolor físico, lo que estaba acabando conmigo era la impotencia que sentía.
No podía reclamarle nada porque años atrás ella había sido víctima de ese dolor.
Los celos estaban martillando mi cabeza, haciendo que me imaginara cientos de escenarios para nada agradables. Quería romperlo todo, gritar y salir a buscarla pero no podía hacerlo. Quería que ella viera que había cambiado, que no era el mismo imbécil que había conocido y que la había encerrado en tantas ocasiones.
— Esto está matándome. — Me dije a mí mismo mientras me acostaba en la cama y me llevaba la mano al pecho para tratar de aliviar el dolor.
Cerré los ojos y volví a recordar las palabras que Aitor me había dicho antes de que Eira se fuera.
— Esto es tu culpa, no debiste estar de acuerdo con esa estúpida idea de dejar que ella decidiera con quién pasar el resto de sus días. La Diosa la hizo para nosotros, esa loba es nuestra. — Gruñó con fuerza.
Desde ese entonces había dejado de hablarme y de eso ya habían pasado tres días.
Se suponía que después de estar tres días con cada uno ella debía ir a su antigua casa para poder pensar en todo lo que había sucedido con cada uno. Sin embargo, no sabía si iba a poder resistir estar más tiempo sin ella.
La amaba y su distancia, rechazo e íntimo acercamiento con el vampiro me estaban haciendo perder la cabeza. Nunca creí que habría alguien más que pudiera quitarme su cariño. Siempre temí su reacción al enterarse del pasado que compartíamos, pero jamás llegué a pensar que ella tendría a alguien más, que Eira podría elegir a una mitad pero que no fuera yo.
— No quiero perderla. — Mascullé entre dientes. — He esperado tanto por ella... No puedo dejarla ir.
— Entonces corre y búscala, están llegando a los campos de nadie. — Habló Aitor con malestar. — Muévete imbécil, Azula detesta al vampiro pero Eira parece tenerle afecto.
Inmediatamente me puse de pie y tomé mi forma lobuna antes de salir de la mansión e ir a buscar a mi mujer. Aitor corría lo más rápido que podía hacia los campos de nadie, cerca de donde Yina había vivido antes de que nos mudáramos juntos.
Esa pequeña casita en medio de la nada llevaba muchos años abandonada pero me había encargado de que se mantuviera intacta, tal y como ella la había dejado.
Aitor fue bajando la velocidad con la que corría hasta que se detuvo. A la distancia una hermosa loba con el pelaje de color ceniza se paseaba con elegancia por los campos de nadie sin imaginarse que estaba siendo observada.
— Es tan preciosa. — Ronroneó Aitor.
Ella solo tenía que mover la cola para tenernos persiguiéndola como si fuéramos su propia sombra. Su aroma a frambuesas llegó a nuestra nariz como un dulce recuerdo.
— Nació para ser una luna. — Dijo mi lobo sin alejar la mirada de ella.
— Alto, espera...— Intenté tomar el control de la situación cuando comenzamos a acercarnos a ellas sigilosamente.
— No me bastan con observarla. — Murmuró sin prestarme demasiada atención.
Pov Eira
— Los campos de nadie...— Murmuré con la mirada perdida entre los árboles que nos rodeaban. — ¿Lo recuerdas, Brent?
ESTÁS LEYENDO
The Moon© ML #1
Werewolf💫Esta historia es completamente de mi autoría por lo que se prohíbe su copia o adaptación.💫 •Primer libro de la bilogía ML.• Por culpa de sus celos descontrolados y una mala decisión, Brent perdió a su mate, a su amada Luna. Pidió noche y día, le...