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Pov Brent

— ¡Te dije que te controlaras! — Le grité a Aitor cuando volví a estar en mi forma humana.

Él no respondió, estaba igual o más asustado que yo por lo que habíamos hecho.

Sí, ellas nos habían atacado pero el dolor que sentíamos no se comparaba con el de ellas. Al no tener un lazo completo era poco lo que sentía, pero eso bastaba para saber que nuestra reacción era imperdonable.

Las habíamos lanzado contra unos árboles, habíamos lastimado a nuestra Luna...

— No puede estar pasando esto, no otra vez. — Susurré, perdido en mis pensamientos.

Caminaba de un lado a otro frente a su habitación, esperando que el medico saliera para saber el estado de Eira.

Yina y Eira, Eira y Yina, no importaba cuál nombre utilizara porque el resultado siempre era el mismo, terminaba herida por mi culpa. Ella no podía recordarlo porque había vuelto a nacer pero yo no lo olvidaba y mucho menos en ese momento.

Estaba seguro de que cuando abriera los ojos me iba a odiar como nunca antes lo había hecho.

— ¿Qué ocurrió? — Preguntó mi mejor amigo, quien se acercaba a mí a pasos rápidos.

No respondí, me pasé las manos por el rostro y suspiré pesadamente.

— Brent, necesito que me digas. — Insistió.

— Yo la herí. — Aitor habló por medio del enlace. — Lancé a mi luna...

— ¿Por qué? — Los ojos de Jackson se abrieron con exageración.

— Azula nos atacó y perdí el control. — Murmuró mi lobo.

— ¡Es nuestra Luna! — Bramó. — ¿Sabes lo que sucederá si ella...?

— No lo digas. — Me escuché suplicante. — No lo hagas.

Nuevamente volvía a escuchar su suave respiración y no era algo que me tranquilizara. Caminé a mi dormitorio y comencé a pedirle a la Diosa Luna que la protegiera una vez más.

— No puedo comunicarme con ella. — Aitor se escuchó alarmado. — Azula no me responde. — Respondió con voz lastimera.

— Ellas van a estar bien. — Susurré. — Van a estar bien...

Pov Eira

Me dolía el cuerpo, no podía moverme y los quejidos de Azula empeoraban la situación. Seguíamos estando transformadas porque en ese momento se nos hacía imposible volver a nuestra forma humana.

— Azula, ¿puedes escucharme? — Susurré con dificultad.

— Me duele. — Sollozó.

— Pronto dejará de doler. — Traté de confortarla lo mejor que me fue posible.

Azula no respondió, solo cerró los ojos para volver a descansar.

Después de un par de horas escuché un leve chirrido pero no abrí los ojos, no fue necesario. A mi nariz llegaba el dulce y potente aroma a caramelo, lo que significaba que él estaba allí.

Mi loba y yo llegamos a un trato rápido que nos beneficiaba a ambas y ese era que no importaba lo que sucediera, ella y yo no evitaríamos que la otra escuchara las conversaciones privadas. Por ejemplo, cuando ella hablaba con Aitor o Brent conmigo, entre nosotras no habría secretos.

— Azula, no me mires así. — Aitor confirmó mis sospechas, Azula estaba preparada para defendernos a pesar de que estuviera lastimada.

— Nos lanzaste como si no te importáramos. — Su voz salió quebrada.

The Moon© ML #1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora