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Luna llena, la fecha que más odiaba una Luna que estaba por juramentar. El día de mi desgracia había llegado y los nervios estaban acabando conmigo. Mis manos sudaban y temblaban tanto o más que mis piernas.

Mi cuerpo estaba oculto bajo el largo y sencillo vestido de color blanco que utilizaría en la ceremonia. No tenía nada que resaltara demasiado, había elegido un modelo que estaba cubierto de un elegante encaje que lo hacía la prenda perfecta para la ocasión.

— Te ves preciosa. — Dijo Brent, quien se encontraba recostado en el marco de la puerta. — Pero me preocupa que no te encuentres bien para hacer la ceremonia.

Estaba tan asustada... Temí no ser lo suficientemente buena como para no pasar la prueba.

— Estoy bien, todo va a salir de maravilla. — Murmuré, acercándome a él con pasos lentos pero firmes. — Tú también te ves muy bien. — Llevé mis manos a su camisa para abotonar la parte superior. — Muy guapo.

— Eira, si no te sientes preparada...— Sonreí levemente. — Podremos esperar a otra luna llena.

— Lo sé, pero cuanto antes hagamos esto será mejor. — Besé castamente sus labios. — La manada merece tener una luna juramentada.

— Te adoran tanto que esperarían cientos de lunas llenas con tal de que tú te encuentres lista para tomar el cargo que te pertenece. — Brent unió nuestras manos y entrelazó sus dedos con los míos. — Lo harás bien, ya has pasado por esto y ellos confían ciegamente en ti. Yo lo hago.

Salimos de la habitación para ir hacia el lago, el lugar en donde se llevaría a cabo mi tortura.

La noche estaba a la temperatura perfecta para la ocasión, tan fría como la mujer que representaba al congreso de licántropos y que era la encargada de oficializar la ceremonia de juramentación.

Brent y yo nos encontrábamos frente a la manada y la escuchábamos o al menos él lo hacía porque yo había desconectado mi mente desde que abrió la boca para saludar a la manada. Sabía lo que estaba diciendo, me conocía el protocolo de principio a fin por lo que volver a escucharlo era una pérdida de tiempo.

— Pensando en todo menos en lo que deberías, ¿eh? — Me habló Brent por el enlace.

Respiré hondo y me contuve para mantener mi semblante completamente seria. Reírme frente a la manada en un momento así no era una opción para mí.

— Atento a todo menos a la ceremonia, ¿mm? — Me burlé por el mismo medio que él había utilizado para hablarme.

A mi lado se escuchó una pequeña y casi imperceptible risa nasal.

— Colóquese en el borde. — Me ordenó la mujer del congreso, esa que llevaba una bata de color gris y cerraba el libro que había estado leyendo hasta ese momento. — Alfa, acérquese con la daga.

— Te amo. — Dijo a través de nuestro enlace antes de tomar mi mano y colocar la hoja de la daga sobre mi palma. — Te amo mucho. — Brent frunció levemente el ceño cuando vio que la sangre comenzaba a cubrir mi piel.

— Viértala en la copa. — Habló ella y él hizo lo que se le indicó.

— También te amo. — Respondí, imitando sus acciones.

En una copa se encontraba nuestra sangre mezclada entre sí. Dimos un pequeño trago y la pasamos para la manada también lo hiciera. Una vez que las copas volvieron al frente llegó el momento de la verdadera tortura.

— Cuando guste. — Dijo la señora antes de retirarse.

Era el momento. Debía cumplir con mi deber y todos estaban esperando por ello.

The Moon© ML #1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora