The Moon© ML #1

25

Unos minutos después de que Brenthan se había ido, Sasha llegó. Ambos parecían coordinarse de alguna forma para no encontrarse en ningún momento.

— El perro estuvo aquí, ¿eh? — Preguntó cuando ingresó por la misma ventana que Brenthan había utilizado para entrar y salir.

— Deja de llamarlo así. Te recuerdo que yo también soy una loba y es ofensivo que nos llames así. — Me quejé.

— A ti no te llamo de esa forma, tú eres mi bella. — Negó repetidas veces con la cabeza cuando llegó a mi lado.

— Es mi especie. — Alcé las cejas.

— Él nos llama chupa sangre. — Su ceño se frunció levemente. — Claro, como el perro tiene más derechos...

— Ninguno tiene más derechos que el otro y no volverá a llamarte así, me encargaré de eso. — Su comentario me había causado malestar.

No me gustaba cuando decía que tenía favoritismo con Brent porque no era así. De hecho, en más de una ocasión había pensado que el lobo era el menos favorecido porque no permitía que se acercara demasiado. Nuestro pasado le jugaba en contra y eso era algo que beneficiaba notoriamente a Sasha.

— Mi bella, no te molestes. — Susurró cerca de mi oreja.

— No me gusta eso. — Murmuré mientras me acostaba en la cama y le daba la espalda.

— No volveré a decirlo. — Su brazo rodeó mi cintura y me acercó a él. — Discúlpame...

Sentía su respiración contra mi nuca, algo que me erizaba los vellos del cuerpo.

— Eira, eres mi tua cantante y siempre voy a querer tener toda tu atención. — Murmuró.

— Pero ambos deben entender que en estos momentos no puedo tomar una decisión. Ninguno me ha permitido sentarme a pensar y... Ni siquiera sé qué es lo que quiero, Sasha. — Mi cuerpo fue girado para que quedara boca arriba y él se colocó sobre mí.

— Aunque quisiera matarlo para que solo fueras mía, sé que tienes razón. Haz lo que te nazca hacer en el momento y toma tus propias decisiones cuando te sientas preparada. — Susurró sobre mis labios.

Sasha atrapó mi labio inferior entre sus dientes sin alejar sus rojos ojos de los míos y luego lo liberó.

Una de sus manos me tomó de la cintura y fue descendiendo hasta llegar a mi muslo. Antes de que pudiera protestar sus labios se apoderaron de los míos. Me besaba con necesidad pero se alejé cuando sus colmillos hicieron pequeños cortes en mi labio inferior.

— Mi bella, necesito alejarme. — Dijo con voz ronca y con aquello ojos tan brillantes como dos rubíes. — La velocidad con la que corre tu sangre, lo magnifico que es tenerte bajo mi cuerpo y tu aroma seductor me están enloqueciendo. Deseo tomarte como mí y morderte pero no puedo, no lo haré hasta que así lo quieras.

— No digas eso. — Murmuré, sintiendo que mis mejillas se calentaban.

— ¿El qué? — Preguntó con un tono de voy juguetón. — ¿Qué deseo tenerte en cuerpo y alma? O, ¿qué el aroma me hace perder el control?

— Basta. — Puse mis manos en su pecho para empujarlo pero él solo sonrió.

No era necesario que me dijera que era mucho más fuerte que yo, con aquello había sido suficiente.

— ¿Por qué? — De un solo y rápido movimiento Sasha acomodó mis piernas alrededor de su cadera. — Al parecer no soy el único que está perdiendo la cabeza.

— A... Aléjate. — Su mano se coló entre la fina tela de mi pantalón. — Sasha, no... No.

— Mi bella, tu cuerpo no está de acuerdo con lo que sale de entre tus deliciosos labios. — Comenzó a mover su mano lentamente contra mi piel, enviando cientos de descargas eléctricas a mi columna. — Diría que está siendo más sincero que tú.