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Pov Eira

No podía estar menos favorecida. Frente a mí tenía a un hechicero, que se suponía se habían extinguido, y a su lado se encontraba una loca que también debía estar muerta. La Diosa Luna debía estar probando mi fuerza emocional y mi fe en ella porque de otra forma no lograba comprender cómo era posible que todo me sucediera a mí.

— No tiene que temer, Luna. — Habló el hechicero, utilizando aquella voz tranquila.

— Es momento, Acal. — Dijo la sarnosa entre dientes.

— Luna es divertida. — Rio y se giró hacia ella. — Debiste haber molestado a nuestra invitada para que te llame sarnosa.

Raquely no dijo nada pero en respuesta hizo un profundo y doloroso corte en mi pierna. Deseaba gritar con todas mis fuerzas pero no externé el dolor que sentía para no darle el placer de verme sufrir, lo soporté como una campeona.

— Una buena Luna sabe controlar sus emociones...— El tal Acal sonrió arrogantemente.

— Creo que de podríamos hacer algo con esto, ¿no? — Preguntó burlona.

— Sabes que no. — Escupió él, completamente serio y con la mirada fija en la daga ensangrentada.

— Es una lástima. — Se rio la sarnosa. — Ayúdame a bajarla, tenemos que llevarla a la mesa.

Ambos me liberaron, uno siendo más cuidadoso que el otro, y me llevaron a una habitación tenuemente iluminada, en donde volví a ser encadenada.

No sabía por qué estaba allí, pero era consciente de que no debía ser para nada bueno.

— ¿Es ella? — Preguntó una tercera voz.

Aquella nueva persona era un hombre y por cómo se había escuchado, se trataba de alguien mayor.

— Así es. — Respondió Raquely.

En mi nariz se instaló el inconfundible hedor de la muerte y la sangre podrida.

Aquella situación era simplemente espléndida, había una loba, un hechicero y un vampiro trabajando juntos.

— Esto es ridículo. — Murmuré para mí mientras negaba con la cabeza y reía.

— ¿Qué es lo que le parece ridículo? — Preguntó el hechicero con apariencia aniñada.

— La unión de ustedes tres es ridícula. ¿Una loba que no ha atacado? ¿El vampiro que no ha drenado a la loba? Y, ¿un hechicero que sigue respirando? — Dije sin rodeos. — Ustedes son ridículos.

Nuestras especies podían ser las primeras tres y aunque habíamos sido creadas con un propósito, eso no significaba que nos lleváramos bien. Como en todo había sus excepciones, pero la mayoría de nosotros nos odiábamos y lo único que impedía que nos atacáramos eran los tratados de paz que habían sido firmados hacía muchos siglos atrás.

Verlos juntos era como escuchar una broma de muy mal gusto. Detrás de todo eso debía haber algo muy grande y beneficioso como para que no estuvieran lanzándose al cuello del otro.

— ¿Por qué estoy aquí? — Pregunté mientras observaba a todos los presentes para memorizar sus rostros.

— Porque necesitamos algo de ti, por supuesto. — Respondió el vampiro.

— Si no te mueves no te dolerá demasiado. — Murmuró Raquely de forma burlona.

Esa bruja podía irse al infierno.

Tan pronto se acercó le di una patada en el estómago, lanzándola contra la pared que estaba a sus espaldas. Comencé a forcejear, morder y a la vez a tratar de liberarme.

The Moon© ML #1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora