(42) Gran Sorpresa

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Narrador

Diego ya había terminado sus clases, se despidió de su amigo Tomás y fue directo al salón de su hermana, en el camino saludo a varios otros de sus compañeros, compañeras, profesores y personal de aseo, era un chico muy popular y ya con 14 años sacaba suspiros en algunas de sus compañeras, aun que él no se daba cuenta. El amor que sentía por su profesora de arte a los 5 años se esfumó el día en que supo que se casaría, tenía 6 años y estuvo muy triste durante un tiempo, pero luego se le pasó al ver que su querida maestra siempre entraba feliz al salón.

Como todos los viernes Diego salía temprano y el que quería podía ir almorzar a la cafeteria y era donde justo el chico iba, noto que dentro de la cafetería había unos 20 estudiantes y uno que otro profesor, pero no veía a la persona que quería.

-Hola, Diego —la saludo una chica rubia de ojos pardos, estaba con sus dos amigas, la chica la miraba coqueta.

—Hola, Marion —saludo Diego con una sonrisa.

—¿Ya almorzaste? —preguntó.

—Eh...no, aun no.

—¿Y si almuerzas con nosotras? —volvió a preguntar.

—Estoy esperando a alguien —contestó.

—¿A tu novia? —preguntó una de las amigas de Marion.

—No, espero a Aby.

—A tu hermanita —esa fue Marion —Debe de estar con sus amigos, tal vez almuerce con ellos.

—Mira Marion, ahí está esa chica nueva, la rara —le dijo riendo mientras le señaló su otra amiga, Diego también miró, la chica vestía unos jeans negros ajustado con unos agujeros en las rodillas, una musculosa negra y sobre ella una camisa a cuadros de dos colores, negro y amarillo, converse amarillas también, estaba de espaldas, así que Diego no podía ver su rostro bien, pero como las mangas de la camisa estaban hasta arriba vio que su piel era trigueña, su cabello azabache largo y rizado, vio que metió un cuaderno a su mochila que se la coloco cruzada y se fue.

—Da igual, será para otro día  —le dijo a sus amigas —¿Qué dices sobre mi propuesta? —ahora miro a Diego.

—Eh...me encantaría...—la rubia sonrió —pero prefiero comer con mi hermana y será mejor que la vaya a buscar, permiso —salio victorioso de las chicas que lo tenían acorralado.

—Ya veras Diego Valdés, todos caen ante mi y tu no serás la excepción. Vamos —las tres chicas no entraron a la cafetería caminaron hacia la salida.

*     *     *

—Nos vemos el lunes, Aby —le dijo Lily, su compañera.

—Adiós, pásala bien en tu viaje —su amiga le sonrió y se fue, mientras ella aún ordenaba sus cosas, ya lista, busco sus lentes sobre la mesa, pero no los vio y se extraño.

—¡Wow! No ves nada —la alertó una voz, se giro rápidamente sobre sus pies y frunció el ceño al ver de quien se trataba,   era Anthony, siempre la molestaba con sus lentes, aun que le parecía raro que solo a ella la molestara si había cuatro niños más con lentes también.

—Son mis lentes, Anthony, dámelo.

—Ven a buscarlos —la desafío, estaba a unos dos metros y medio del niño, Aby trató de enfocar su vista, pero era imposible.

—Sabes que no puedo, Anthony, los necesito, por favor —le pidió.

—No, ya te dije que los vengas a buscar —  la niña soltó un bufido, y decidida tomo fuerzas y camino hasta donde estaba Anthony, todo iba bien, estaba apunto de llegar donde él pero no se dio cuenta que una mochila estaba en el suelo, se enredo en ella y cayo fuerte al piso, Anthony comenzó a reír —Eres una tonta —la pequeña se levantó poco a poco.

Llamas Gemelas [Terminada] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora