-Capítulo 44-
Me estremecí en mi sueño por un extraño calor que me inundaba y aunque no quería levantarme abrí los ojos levemente, todo lo que vi era rojo ¿Qué había pasado? traté de hacer memoria con mucha fuerza y una puntada se asentó en el lado izquierdo de mi cabeza ¿Por qué no podía recordar nada? me pregunté nuevamente. Tardé bastante en darme cuenta pero caí en cuenta de que estaba durmiendo en el suelo y este no era mas que una tierra rojiza, miré mi ropa y me percaté de que llevaba un vestido blanco de ceda que estaba abierto en el abdomen todo manchado de lo que parecía ser sangre, rápidamente me incorporé y me puse en la tarea de intentar descubrir donde me encontraba.
Caminé y me encontré con que estaba dentro de lo que parecía ser un castillo con candelabros y todo pero de paredes rojas hechas de un tipo de cemento polvoriento, algo así como el piso en el que podías ver las huellas de los que habían caminado antes. Merodeé un poco más y llegué a unas grandes puertas que empujé y entré a lo que parecía ser un gran salón que en el fondo tenía un trono gigantesco en el que posaba una mujer de rasgos finos completamente vestida de negro con unos zapatos también de ese color y puntiagudos. Me acerqué y la contemplé sin decir palabra alguna, los hombres que la acompañaban me miraron silenciosos y ella abrió la boca para hablar -¿Cómo te sientes querida?- no sabia que responder sentía que me faltaba algo pero no lograba comprender que, miré mi abdomen y el agujero en la fina tela buscando rastros de lo que había pasado y el por qué de que no encontrara nada en mi mente que me relacionara con algo.
- Extraña y algo confundida- me decidí a contestar.
-Es completamente entendible mi niña- me habló con voz suave -¿Recuerdas quién es Hades?- preguntó sonriendo.
-El dios de la mitología griega, pero, ¿A qué va esta pregunta?- respondí y pregunté tras mi incesante necesidad de saber que hacía aquí.
-¿Recuerdas a Trinidad?- volvió a preguntar y yo negué en un rápido movimiento de cabeza -Tiene sentido, son personas que quisieron hacerte mucho daño hija mía, no lo recuerdas porque han borrado tu memoria en un intento de que olvidaras a tu madre, dime, ¿Puedes recordarme?- volví a negar -¿Qué te han hecho mi niña...?- sollozó y se levantó para acercarse a mi y me abrazó, todo su completo tacto me quemó increíblemente, grité fuertemente; se separó de mi y sonrió -Haremos todo lo posible para que recuerdes, no puedes olvidarte de tu madre-.
-Entiendo, lo siento tanto por no poder recordar- Realmente lo sentí, ¿Cómo me olvidaría de mi propia madre?
-Ahora deja de pensar tanto, por favor muchachos acompáñenla a sus aposentos y consíganle algo apropiado para la cena que no sea tan... blanco- Le habló a sus guardias.
Seguía muy confundida, no sabía quién era esta mujer y aunque realmente sintiera en el fondo que debía amarla no encontraba como. Llegamos a lo que debía ser mi cuarto e intenté con todas mis fuerzas recordar este lugar, nada llegó a mi mente; me quedé viendo las paredes de este material rojo, había una cama con sábanas negras y una especie de cortina que la cubría de algo que parecía ser tul, además, me encontré con un escritorio, también negro y un armario de madera que adivinen, también negro. En la pared del fondo se encontraba una puerta que llevaba a lo que supuse era el baño.
Me distraje tanto que no noté la presencia de los dos hombres increíblemente musculosos que se encontraban a mi lado, el más grandote se aclaró la garganta y se dio vuelta para ponerle llave a la puerta, mis alertas me gritaban como sirenas. De un movimiento rápido se abalanzó sobre mi y me tiró a la cama de una forma fuerte, comenzó a tocarme dejándome inmóvil abajo de él y lágrimas cayeron por mis mejillas, me tocó lo senos y besó todo mi cuello de forma desesperada y asquerosa; desgarró mi vestido más rápido de lo que imaginé y quedé frente a él solo usando una tanga. Él sostenía mi brazos y su peso era demasiado como para dejarme sin aire, solo cerré los ojos y me concentré en una canción que se comenzó a repetir en mi mente, algo me decía que esto ya había pasado alguna vez en mi vida.
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Desperté acostada en el medio de la cama en posición fetal completamente desnuda y con un ardor infernal en toda mi zona genital y sintiendo mi cuello totalmente dolido, me incorporé y pude notar como sobre la cama se encontraba un vestido negro de encaje que con el cuello alto y manga larga pero que no cubriría mas que la mitad de mis piernas, sollocé y grité internamente, lágrimas volvieron a surgir.
Me levanté de la cama haciendo el intento de no caerme por todo el dolor con el que cargaba y llegué hasta el espejo que se encontraba junto a la puerta del baño, me observé desnuda, en mi cuello se asentaban marcas de ahorcamiento y muchas pequeñas marcas más de hematomas que recorrían desde mi pecho hasta algunas en mis piernas. Rápidamente corrí al baño y me encerré no quería enfrentar el mundo y esa horrible pesadilla que se reproducía una y otra vez en mi cabeza, caí resbalándome por la puerta y me quedé unos minutos sentada en el suelo llorando.
Cuando terminé de bañarme sintiéndome asquerosa, me puse el vestido que habían seleccionado para mi en donde no se lograban ver ninguna de las marcas de mi cuerpo. Comencé a sentir un dolor punzante en los omóplatos y no se detuvo ni aún cuando bajé las escaleras hasta el comedor donde me esperaba mi madre para comer en una mesa gigantesca, los dos hombres se hallaban allí. Me senté intentando no llorar y mi madre me dio una sonrisa -¿Cómo te encuentras querida? ¿Haz podido recordar algo?- habló mirándome fijamente, supongo que es normal que quiera que recuerde.
-No, lo siento- tardé en encontrar mi voz.
-Es una lástima, pero al menos estás aquí, en casa- volvió a sonreír, asentí, realmente no sabía quien era esta mujer.
Así transcurrieron los siguientes tres meses donde fui abusada y maltratada por los hombres que se suponía debían cuidarnos, no tanto, porque me enteré de que mi madre es Lilith, la madre de todos los demonios, lo que me hacía a mi una más, es más, mis alas de demonio no se demoraron mas de unas semanas en desgarrar mi espalda. Mi madre había seguido quemándome con cada uno de sus toques y mi cuerpo ya se encontraba destruido, noté que tenía muchas cicatrices por todo mi cuerpo pero que eran viejas y me pregunté de que serían. Todavía no había recuperado la memoria pero me encontraba teniéndole cariño a mi madre quien aunque aparentaba tener mucha tranquilidad se enojaba cada vez que hacía algo que a su parecer estaba mal, había empezado a entrenar, demonios me ayudaban a volar, luchar con espadas y desatar mi don que era ser un demonio cambia forma. A veces me hacía ver en mi reflejo mi cuerpo sin cicatrices o imaginaba un hermoso chico a mi lado quien me rescataba de todo lo que estaba pasando, tenía una cara muy linda, era perfecto y parecía un dios griego al que aun no le había puesto nombre, sus ojos eran grises verdosos; quise pensar que era alguien que conocía y no alguien que solo había creado mi imaginación para distraerme de lo que realmente sucedía.
Así comencé mi vida de nuevo.
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Doble actualización!
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-Cos-
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Mafia Infernal
FantasíaUna chica que pertenece a la mafia desde que nació, un vacío inexplicable desde la extraña e inesperada muerte de su padre, una búsqueda insaciable de venganza y un maldito amor que le dará vuelta la manera de ver la vida. Ustedes caminarán sendero...