35 -Otra vez reina-

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-Capitulo 35-

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-Capitulo 35-

-Algo me dice que padre puede llegar a tenerlo- Se refirió a Hades y me preocupé, todo hasta que gritos desgarradores de hombres y mujeres se escucharon a lo lejos, comencé a correr y pude llegar al punto de donde provenían tales fuertes sonidos.

Ángeles con armaduras sostienen a Hades mientras otro golpeaba su torso desnudo con algo parecido a una picada eléctrica.

Grité para detenerlos y Hades levantó la mirada algo cansado y me miró, puede ver como sus ojos se tornaron rojos y comenzó a zafarse, logrando poder golpear a los algeles, una guerra se arma y muchos corren.

Golpes van y vienen de Hades a los guardias.

Todo se sale de control hasta que no puedo más, un ataque de nervios me lleva a gritar, todo sale despedido y mi cabello se levanta de una forma extraña, me miran como si fuese lo más raro que hayan visto.

De repente ordas y ordas de Ángeles comienzan a arrodillarse, al parecer, ante mi...

-Oh Diosa reina, es un placer que nos honres con tu presencia- Miré extrañada a Luzbel y él me habló mentalmente.

-Saben quien eres, tú eres la creación perfecta de dios, la capaz de matar a cualquier enemigo, a comparación de mi que soy oscuridad, eres algo tan limpio como la nieve, pero tienes un defecto, tienes la misma sed de sangre que tiene nuestro padre y no a podido corregir en ninguna de sus creaciones- asentí muy confundida.

Blanca como la nieve pero con manchas de sangre, comprendo.

-Como su Diosa reina, hija de dios, obligo a ustedes, mis súbditos, a liberar al Dios griego- Hablé con voz firme y dudé en si está estupidéz de la reina funcionaría, pero todo fue respondido cuando la tierra comenzó a temblar bajo mio.

Una luz me envolvió y al salir de ella, mi vestimenta fue cambiada por un vestido largo blanco, en mi cabeza apareció una especie de corona de púas y en mi mano, un cetro de plata con un pequeño Rubí rojo en la punta.

Todos entendieron aún más con quien se habían cruzado.

-Pero mi señora...- Lo interrumpí.

-No solo hablas con la reina de todos los reinos con el nombre de mi padre, estás en presencia de la Reina del inframundo e ante ti, la esposa del Dios del inframundo- Todos abrieron la boca de sobremanera.

Obvio es mentira, no soy la reina del inframundo, Perséfone ya no lo es, pero no estoy casada con Hades.

-Mi señora lo siento tanto, acepte mis mayores disculpas, no tenía idea, su padre ha ordenado que se capture a cualquier Dios griego para proceder con su ejecución- quedé anonadada.

-¿¡Que mi padre hizo qué!? Me lleva el demonio!!- Caminé hacía Hades y todos se alejaron de él.

Lo abracé increíblemente fuerte y el enterró su cara en mi cuello.

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