Capítulo 3

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―Buenos días.

Las chicas se miraron entre sí, sorprendidas de no encontrar al hombre grande, musculoso y seguramente con arma que habían imaginado, volvieron al chico con la boca abierta.

―Hola, me llamo Valeria, gustas pasar ―saludó la chica soltando el brazo de su compañera.

―Hola. ―Mathew entró con timidez, observando todo a su alrededor, quedando fascinado con todo lo que veía, con lo inmenso que era.

En frente de la puerta a unos cuantos metros se veían unas inmensas escaleras, a cada lado de esta se podían apreciar dos pasillos que conducían a la parte trasera de la casa.

―Supongo que vienes a ver a mi jefe ―habló Valeria.

―Supongo lo mismo. ―se golpeó internamente al ver la cara de la chica―. Digo, sí, vengo a verlo a él ―corrigió nervioso.

―Bueno él no está, así que, porque no lo esperas en la sala. Ven sígueme.

Mathew la siguió sin dejar de observar todo con atención. La joven no lo llevo muy lejos, se puede decir que la sala se podía ver desde la entrenada solo había que girar la cabeza y ahí estaba.

―Siéntate aquí ―señaló el sofá―. ¿Tienes sed o hambre?

―No, gracias ―mintió para no causar molestias.

―Bien, si quieres algo dímelo ¿okey? Vuelvo en un momento. ―lo vio asentir.

Valeria se dirigió a una de las esquinas de la entrada de la sala, donde Sara y Abigaíl observaban atentamente lo que pasaba.

― ¿Ahora qué hacemos? ―preguntó Valeria.

―Como que "que hacemos", vamos a llamar al idiota que tenemos por jefe ―respondió Sara―. ¡Luis!

― ¿Para qué lo llamas? ―quiso saber Abigaíl.

―Yo no lo pienso llamar o ¿ustedes lo van llamar? ―Ambas chicas se miraron, luego negaron ―. Bien entonces que lo llame él ¡Luis!

―Voy, voy, voy. ―Bajo rápidamente las escaleras dirigiéndose a Sara―. ¿Qué pasa?

―Llama a Joseph.

― ¿Por qué?

―Llego un chico diciendo que él lo va a entrevistar ―Respondió Valeria. Luis se acercó al marco de entrada y observó a Mathew.

―Ja, quien es ese pobre chico, porque no le dan un sándwich... ―Se detuvo cuando sintió la mano de Valeria golpear su cabeza.

―Cállate idiota, no seas imprudente, que tal este escuchando y tu diciendo estupideces.

―Ay, pero es la verdad, míralo el pobre parece que no ha comido en días.

―Tal vez es su contextura física.

Todos lo voltearon a ver al chico en la sala por un momento.

―No ―dijeron todos al tiempo.

―Si Joseph lo trajo es por algo ―apuntó Sara.

― ¡Oigan! Y si lo trajo para "eso" ―Se sorprendió el muchacho.

― ¿Cómo así "eso"? ―cuestionó Sara.

―Pues "eso" ―El chico abrió más los ojos tratando de que entendieran lo que trataba de decir.

―Ay ¿Cuántos años tienes? cinco. Explícate como el adulto que eres. ―Lo miró amenazante y él con un poco de fastidio.

―Pues... ―El chico formo un círculo con los dedos de una de sus manos y con la otra estiro su dedo indicé, y lo paso varias veces por el circulo ya hecho.

La Recompensa De Nuestro Pasado [EN PAUSA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora