Capítulo 59

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Era agradable ver que todos comprendían a la perfección lo que estaba pasando y lo aceptaban con gran comodidad y alegría. En la semana todo fue perfecto, Mathew había alternado los días para ir a la empresa y quedarse en casa ayudando a Valeria o a Luis, incluso la relación con Sara parecía tener avances, por lo menos habían logrado entablar una corta, pero respetuosa conversación.

Conoció a Anne, bueno un poco más, era bastante efusiva, pero amable y cariñosa, agradecía totalmente que se guardara tanto contacto físico. Tuvieron un almuerzo con Leo e Iván, según Joseph ella quería conocer y hablar con los dos como sus cuñados, fue vergonzoso que se refiriera con ese título cuando lo vio, sin embargo, no quiso corregirla. Fue un día interesante, a pesar de que en apariencia eran diferentes había algo en la actitud de los tres que delataba la hermandad.

Desgraciadamente no todo era color rosa, María aún estaba distante, aunque para Mathew era poco importante el comportamiento que ella tuviera hacía él. Lo que le había dicho era cierto, a pesar de eso, si llegaba a sentir que fue un poco... tosco. Además de aquello, Valeria y Sara retomaron sus misteriosas salidas, casi no se la pasaban en la casa. Ciertamente preguntó y la respuesta fue de nuevo una supuesta inspección de terrenos para otros planes de edificios que tenía Joseph. No creyó nada, sin embargo, no podía obligarlas a contarle.

Parece que no importaba el tiempo que se quedara ahí, o que papel tomara, el misterio y los secretos en esa casa abundaban y dudaba que alguna vez llegara a saberlos todos. A veces de verdad creía que era mejor así, quedarse sin conocimiento, pero su curiosidad le ganaba la mayoría de ocasiones.

Ahora se la pasaba en la biblioteca, el hábito de la lectura había logrado atraparlo, además de sentirse bastante interesante con una taza de café al lado y un libro en sus piernas. A pesar de estar en completa soledad.

No tenía con quien hablar, Luis pasaba la mayor parte del día en el garaje durmiendo. Y para su mala suerte la abuela de Joseph iba a diario a la empresa, se la topó ahí una vez y ella pidió que no volviera a ir, fue amable, entendía los motivos, la desconfianza, después de todo no lo conocía. Ahora por obligación se quedaba en la casa haciendo nada, aunque buscara, las cosas por hacer eran pocas y se reducían cuando no estaba Valeria.

De nuevo Jonathan era uno de los que lo sacaban del aburrimiento, desgraciadamente no era por mucho, se quedaba un par de horas y se iba, en esos casos Andrew llegaba, pero él también tenía deberes que cumplir. María no era una opción, Darío siempre ocupado, rara vez salía de la cocina. Ágata, sentía que si hablaba con ella la conversación duraría dos minutos y no entendería nada, Abigaíl se la pasaba en la sala viendo novelas y ciertamente cuando había una charla no prestaba mucha atención, aunque no era grosera, si se notaba que solo quería ver su serie en paz.

En conclusión, ya no había nadie con quien charlar o matar el tiempo al menos.

Levantó la mirada del libro, aún había alguien: Brigitte, las veces que habló con ella congenió bien. Podía intentarlo otra vez. Con la idea llena de entusiasmo dejó su lectura a un lado y fue a la habitación de la chica, dio un par de golpes, nadie respondió. Otro intento, igual. ¿Estaba ahí?

Con cautela abrió la puerta y entendió porque no respondía. Al perecer las bromas que hacía Valeria, eran ciertas, se desconectaba completamente del mundo. Los grandes auriculares en sus orejas podían ser suficiente para desaparecer, incluso podía escuchar un poco de la música. Entendible, después de todo, lo que necesitaba para cumplir su trabajo a la perfección era ver las pantallas frente a ella.

—Brigitte —Llamó en un tono de voz neutro, pero no hubo respuesta—. Brigitte —Elevó más la voz.

Era obvio que no lo iba a escuchar. Cerró la puerta y se acercó a ella tocando su hombro, la chica rápidamente se quitó los auriculares.

La Recompensa De Nuestro Pasado [EN PAUSA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora