Capítulo 95

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La tranquilidad en la habitación contrastaba con la frialdad en ambos, en ningún momento sus miradas se cruzaron, no tenía la intención de hacerlo, mantenían su atención en el tablero, moviendo con rapidez las fichas, respondiendo sin duda.

—Vaya —Se admiró en tono neutro y aireado—. Es interesante quedar en tablas ¿no crees?

—No, es patético, no llegas a ningún lado. No pierdes, no ganas.

—¿Y te interesa ganar?

—Siempre.

—No le demos más vueltas al asunto. ¿Por qué estás aquí? Admito que esperaba que te tomaras por lo menos uno o dos días. ¿Qué quieres saber?

—Tengo muchas preguntas si soy sincero, pero sé que no las responderá, aunque sepa la respuesta, ya entendí que quiere que vaya por partes. Ahora sé que no me espía, me necesita y por eso espera que sea el candidato perfecto para lo que sea que quiere hacer, uno de los principales era ver si tenía la fuerza para quedarme. Por eso hizo que aquella vez buscara las supuestas leyes, sabía que haría algo mal y estoy seguro que de no haberlo hecho usted lo hubiera hecho por mí. Por eso organizo el desastre, quería que pareciera que quería ocultar todo y si hubiera dejado el desorden yo le habría explicado en ese mismo instante a Joseph lo que había pasado, no habríamos peleado —La miró por fin—. ¿Me equivoco?

Ágata ladeó la cabeza.

—No.

—Siguiendo por esa línea, tampoco creo que me allá dicho lo de las leyes en vano, también quería picar mi curiosidad con respecto a eso, y sabía que me interesaría más con la llegada de las candidatas. ¿Sigo en lo correcto?

—Sí, pero creo que le estas dando muchas vueltas al asunto.

—Bien, entonces iré a la deducción final. ¿Por qué quiere llegar a Amelia, qué relación tiene con ella?

Ágata bajó la mirada y Mathew siguió con atención el gesto, sería emocionante poder leerla, un atisbo de tristeza fue captable.

—¿Toque un punto sensible? —Sonrió.

—No. —Levantó la cabeza con superioridad.

Mathew chasqueó, le había visto la cara de idiota, se lo creyó.

—Y supongo que esa pregunta no me la responderá —La vio negar.

—No aún. Primero quiero que me cuentes ¿qué viste en la casa de Amelia, a quienes conociste, a quienes viste y que llamó tu atención?

—No pasó mucho, intente sacar información para ver cómo podía acceder al segundo piso, creo que es por el salón ¿es por ahí?

—No lo sé.

—¿Por qué no me ayuda?

—Yo no ayudo a nadie. Todo lo contrario.

Mathew rodó los ojos, recordaba ese comentario.

—En fin, solo vi un chico, me escoltó al baño, traté de sacarle una palabra, pero rayos, que difícil.

—¿Descríbelo? —Pidió organizando el tablero.

—Igual de alto a mí, cabello castaño, ojos cafés, no siento que destaque mucho por el físico, es común.

—¿Sus mangas estaban arremangadas?

—Sí, y tenía una pulsera plateada en la mano derecha, note que había algo grabado, pero no alcance a ver qué.

—Es una A. Su nombre es Jacobo, es una de las muñecas principales de Amelia y nunca ibas a poder sacarle una sola palabra.

La Recompensa De Nuestro Pasado [EN PAUSA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora