Capítulo 18

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⚠️Este capítulo puede contener escenas sensibles⚠️



―Hola, Mathew. ―Agitó su brazo alegre, mientras veía a su hermano ojearla a ella y después al chico a su lado―. Mira tengo juguetes nuevos. ―Le tomó la mano haciendo que se arrodillara para mostrarle todo.

El castaño quedó en shock, no entendía nada. Su hermana estaba bien, lo agradecía, pero esperaba encontrar otra situación, no a su jefe jugando con ella. Parpadeó unas cuantas veces y atisbó a Joseph, lo observaba, volvió a la niña.

―Están bonitos, cierto.

―Am... Sí, están muy lindos ―sonrió tratando de salir del trance. Sus manos estaban temblando, se había asustado demasiado cuando Luis le dijo donde se encontraba su hermana y ahora solo la confusión se apoderaba de su cabeza.

―Mira ―Levantó el plato―, el postre que Darío preparó.

― ¿Qué fue lo que te dije? ―susurró Mathew y la menor bajó su cabeza.

―Es que estaba aburrida... y tu no estabas.

Lo último le hizo un nudo en la boca del estómago. No estaba, exacto, por eso ella se encontraba con un tipo que podría ser un maniaco, porque no la cuidó.

―Lo siento...

―Toc, toc ―interrumpió Sara recostada en el marco de una de las puertas, estaba ahí desde el inicio, pero nadie pareció captar su presencia hasta ese momento―. El almuerzo está listo.

―Ay, no me termine el postre ―se preocupó Gabriela.

―Tranquila, le diré a Luis que los guarde y te lo podrás comer más tarde ―informó la pelinegra.

―Oh, gracias. Vamos Mathew. ―Salió de la oficina dando brinquitos.

El castaño tomó aire, parecía que sus pulmones respiraban por primera vez, giró en sus rodillas y su mirada quedo estática en los ojos azules que no lo dejaron de estudiar desde que entró a la habitación, ¿Qué ocultaban detrás de esa frialdad? Se supone que esas son las puertas del alma, pero ¿cómo se abrían, se podían abrir siquiera? Si no se podía, entonces ¿existía una manera de descifrarlo? Había cosas que le hacían pensar que era un desgraciado y luego otras que le decían que era una buena persona, está, por ejemplo, jugaba con su hermana y le traía juguetes ¿trataba de ganar su confianza para otros fines? No, porque no solo hacerle daño o hacer lo que quisiera, él no estaba cerca y aunque lo estuviera tenían toda la ventaja sobre él ¿Qué era lo que no veía, que pieza hacía falta en el rompecabezas?

Escuchó a la pelinegra emitir un sonido con su garganta y desviaron sus ojos a otro lado, Mathew se levantó y se fue.

Joseph se retiró la corona y las ligas en su cabello con cuidado de no dañarlas o lastimarse, nunca había usado algo como eso, luego procedió a peinarse con sus dedos y salir.

― ¿Qué putas con esas miradas? ―inquirió Sara viéndolo cerrar las puertas.

― ¿De qué hablas? ―bufó y se fue.

La chica arrugó el ceño y manoteó pidiendo una explicación viéndolo alejarse. Era en serio o se estaba haciendo el idiota. Después de pelear con el aire lo siguió hasta la sala, donde ya se encontraban todos almorzando.

El almuerzo pasó en preguntas y elogios para Gabriela que con mucho gusto respondía y sonreía a cada uno. Además de que Sara no podía meter una cucharada a su boca sin observar atentamente a su jefe y el chico que hasta ese día le empezaba a caer más o menos bien, aunque no paso nada. Sabía que había ocurrido algo muy raro ¿o lo estaba imaginando? Acaso se odiaban tanto que el ambiente alrededor de ellos cambiaba cuando se miraban, ni ella lo odiaba así, entendible, pero extraño. Dejo de darle vueltas al asunto y prefirió terminar su comida, tranquila, pero alerta.

La Recompensa De Nuestro Pasado [EN PAUSA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora