Capítulo 8

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― ¡Hasta que por fin! ―exclamó la chica.

― ¿Sara? ―se cuestionó.

―No, soy santa Claus y traje regalos.

―Hola, Mathew ―saludó la chica desde el asiento del copiloto.

―Hola, Valeria.

―Ella es Gabriela ¡hola! ―movió su mano enérgicamente saludando a la pequeña, ella la saludo con la misma energía imitándola. Valeria salió del auto corriendo―. Buenos días ―saludó rápidamente a la madre de Mathew y se agachó frente la niña―. Ay, te pareces demasiado a tu hermano ¿de verdad es tu hermana? ―preguntó al chico sorprendida, el asintió―. Podría pasar por tu hija sin ningún problema, o sea, tú me dices que es tu hija y te creo totalmente. Ay, eres hermosa.

La niña rio por los halagos mientras la mayor acariciaba su cabeza y todos se quedaron viendo la escena, sonriendo, Sara por el contrario bajo del auto, sin mucho interés y se dirigió a Mathew.

―Oye, ¿no tienes que alistar a tu hermana para la escuela?

―Pero... ella entra a las siete...

―Ya sé, no soy sorda, los escuche ayer...

―Vamos a llevar a tu hermana a la escuela y luego nos vamos a trabajar ―interrumpió Valeria levantándose.

―Ay era obvio ―se quejó Sara.

―No tienen que molestarse...

―Pues ya nos obligaron a tomarnos la molestia...

―Sara ―susurró Valeria molesta, tratando de que se callara, sintió más molestia cuando la pelinegra alzo sus hombros como si no hubiera hecho nada.

―Am, ¿no quieren entrar? Está haciendo frio ―sugirió Silvia, con una sonrisa un poco forzada e incómoda por la situación.

―Ah, sí, sí quiero, gracias, me estoy muriendo de frio ―respondió Sara entrando a la casa sin ningún tipo de decencia o interés.

―Disculpe ―pidió Valeria más que para entrar a la casa lo decía por la actitud de su compañera, la señora sonrió.

Una vez todos adentro, la mujer les ofreció café caliente, mientras Mathew le pedía a su hermana que se alistara, la niña obedeció y corrió de nuevo a la habitación.

― ¿Hace cuánto estaban afuera? ―preguntó el chico sentándose en el comedor, como ellas.

―Desde las cinco y media ―respondió Sara.

― ¿Por qué no tocaron?

―No sabíamos si ya estaban despiertos y no queríamos molestarlos, así que solo esperamos ―explicó Valeria.

Mathew sonrió agradecido, luego miró a Sara quien no dejaba de observar cada detalle de la casa incluso se movía para tratar de ver el pasillo u observaba debajo de la mesa sin discreción. El chico se sintió un poco incómodo.

― ¿Pasa algo? ―Pensó que la pregunta haría que se detuviera, pero no, ella solo negó y siguió.

―Es una linda casa... ―señaló― para alguien que dice tener una situación económica difícil...

―Sara ―intervino Valeria―. Lo siento ―se disculpó con el chico.

―No pasa nada... la casa la compro mi padre...

―No tienes que explicarnos nada, Mathew. ―La rubia observó a Sara disgustada.

La pelinegra sin dejar de mirar al chico, torció la boca mostrando lo poco que le importaba y rodó los ojos dándole un sorbo al café.

La Recompensa De Nuestro Pasado [EN PAUSA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora