Capítulo 19

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⚠️ Este capítulo puede contener escenas sensibles⚠️




Sus manos temblaban, en su cuerpo la temperatura había descendido a menos cero, la voz había quedado atascada en su garganta al momento de escuchar la joven al otro lado de la línea.

¿Cuál es su emergencia? ―repitió―. ¿Se encuentra bien, puede decir su dirección?

El castaño abrió la boca, quería darla, decirle lo que estaba pasando y después salir corriendo, sin embargo, algo en su pecho le pedía esperar. Su cuerpo tampoco respondía, si no se movía y empezaba a respirar correctamente perdería el conocimiento, o al menos eso creía.

― ¡Oye, esperas tarjeta de invitación!

El grito de la pelinegra lo hizo volver a la realidad, observó con claridad su entorno, la voz de la persona a través del teléfono, la de la chica que le hablaba como si no estuviera pasando nada.

― ¡Mueve tu trasero y empieza a ayudar, viniste a trabajar o a quedarte parado ahí! ¡Disfrutas viendo como los demás hacen el trabajo por ti, muévete!

Joseph se quedó con su mano a medio camino y al parecer no era el único sorprendido con la reacción de la pelinegra, Valeria, Jonathan e incluso los que estaban dentro de la casa quedaron sin habla al verla tan tranquila gritándole, pero más fue la sorpresa y la confusión cuando Mathew caminó hasta ellos.

―Al fin ―se quejó viéndolo llegar al frente suyo―. Empieza a entrar a los niños, no nos quedan muchos. ―Se dio la vuelta y un apretón en su brazo la retuvo, tenía fuerza.

Observó al castaño, sus ojos, se sorprendió al percibir la frialdad en ellos, la veían de forma tan despectiva, sonrió, cada vez le daban más ganas de conocer al verdadero Mathew detrás de esa fachada de niño tímido. También entendía lo que quería decir eso, la estaba amenazando, le pedía una explicación y si no llegaba pronto le iba a desprender el brazo. Lo tomó de la muñeca sintiendo su mano y antebrazo quedarse sin sangre.

―Vemos a estos niños como tú ves a tu hermana. ―Descansó cuando ya no hubo presión.

― ¿Qué tengo que hacer? ―sonrió.

Sara rio al presenciar tal cambio, pero más al recordar la conversación con Jonathan cuando le dijo que lo podían manipular, que equivocado estaba.

―Entra a los niños, después te explicamos lo demás. ―Lo vio asentir e ir a una de las camionetas.

Sara frotó su brazo sin despegar la mirada del suelo, al parecer su verdadera personalidad solo se la estaba mostrando a ella, probablemente porque fue quien lo confrontó...

― ¿Estas bien? ―preguntó Joseph al ver su posición. Ella sonrió.

―Ves, les dije, era más fácil decirlo que ocultarlo. ―Continuo con su tarea.

Al terminar de entrar los niños, Mathew se quedó a un lado de la puerta contemplando a cada uno de los infantes sentados en el suelo y la escalera. Sus manos temblaban ¿había lastimado a Sara? Ella parecía estar bien, no debió hacer eso, pero se sentía impotente, tenía mucho enojo y estrés, se desquitó de la peor manera.

Lo que más le fastidiaba era que Sara lo estaba disfrutando, seguramente creía que empezaba a descubrir los secretos que ocultaba y el principal era su personalidad; se lo había dejado claro la vez que hablaron: para ella él era falso, y en efecto lo era, solo mostraba lo que la gente deseaba ver, sumisión, a nadie le gusta una persona problemática o capaz de superar a cualquiera, menos alguien que trate de darse el lugar que en realidad merece. El hacer esa fachada le proporcionó trabajo en muchas ocasiones y lo sacó de problemas en otras. No quería volver al Mathew del pasado, ese Mathew estaba muerto, se quedó tirado en el callejón esa noche o probablemente logró ahorcarse.

La Recompensa De Nuestro Pasado [EN PAUSA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora