Capítulo 37

41 8 13
                                    


Sus ojos pesaban, de nuevo su cabeza le dio otra noche eterna y agotadora. Los sueños confusos y pesadillas lo hacían despertarse cuando ya lograba conciliar el sueño, y al despertar los pensamientos llegaban, en su mayoría estaban plagados de la imagen del chico que a su lado abría las cortinas.

—Buenos días.

—Buenos días —devolvió Joseph sin mucho ánimo.

—¿Necesita algo más?

—No, gracias.

—Vendré cuando el desayuno esté listo —Salió de la habitación.

Ya habían pasado dos días y Mathew seguía con su actitud cortante, se limitaba a decir lo necesario, incluso cuando lo hacía sonaba como si no quisiese seguir hablando. Pero solo era con él, al estar con Valeria o Luis se veía bien, feliz, y todo se arruinaba si notaba su presencia.

Era doloroso, demasiado y no sabía por qué, siempre recibió ese trato, no era nuevo que la gente lo viera y solo desearan irse a otro lugar. Pero que Mathew lo tratara así, después de agradecerle por existir, ahora quería que desapareciera. No debería dejarse afectar por eso, sin embargo, era imposible, cada intento se venía abajo cuando lo tenía al lado y volvía su actitud cortante.

Repitió lo mismo de todos los días, vestirse, desayunar, vivir un momento incomodo en el trayecto a la empresa y trabajar, o al menos intentarlo. Le preguntó varias veces a Angélica por la actitud de Mathew y ella respondía que todo era normal, solo le confirmaba que no quería estar cerca de él.

El día fue pesado, lento, tortuoso. Cada que tenía la oportunidad le hablaba para pedirle algo o en el caso de la noche para despedirse. Al estar de nuevo en su cama sabía que no podría dormir, necesitaba saber que era lo que pasaba, saber si cometió algún error para que Mathew lo tratara de esa manera.

Necesitaba escuchar algo, cualquier cosa que no fuera obligatorio, deseaba volver a tener esas charlas en las que creyó iban avanzando en su relación, pero dudaba que eso se repitiera alguna vez.

¿Y si él lo repetía?

Aunque se dijo que no lo obligaría a nada, no se creía capaz de seguir soportando su trato, hablaría con él, necesitaba por lo menos un por qué.










[...]

—¡Gabi, se está haciendo tarde!

—¡Ya voy! —gritó desde la habitación.

—¿Estás bien? —Silvia se acercó a su hijo tocándole el rostro—. Te he visto decaído y hoy otra vez te levantaste tarde... y de mal humor.

—Deben ser las pastillas, tal vez me dan somnolencia... am, hablare con Nancy de eso —sonrió.

—Tal vez, hablando de eso ya tomaste tu pastilla —Lo vio asentir y escuchó la puerta.

—¡Gabi, Valeria ya llegó, apúrate! —Se acercó a la entrada con molestia y al abrir su única reacción fue volver a cerrarla con pánico.

—Mathew ¿Qué te pasa? —replicó Silvia con confusión y un poco asustada por el portazo.

—Perdón —Se enderezó y con su mano temblorosa volvió a abrir—. Lo siento, no fue mi intención.

La Recompensa De Nuestro Pasado [EN PAUSA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora