Capítulo 44

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El viento golpeaba el cristal informando el frío que se avecinaba para más tarde. A pesar de ello en el interior de la habitación la calidez lo abrazaba con la sabana. Sus ojos pesaban y la mayor parte de su cuerpo estaba adolorida, más que todo sus muñecas. Levantó con dificultad su brazo comprobando que nada había sido un sueño. Observó su al rededor, se encontraba en un hospital.

Repasó todos los sucesos que recordaba, separando aquel sueño de la realidad. Detalló el lugar, las agujas incrustadas a su cuerpo y las bolsas que colgaban del atril, una con lo que suponía era suero y la otra con sangre. Se quedo estático en el goteo de la última y sonrió.

La voz de una mujer acompañó el sonido de la puerta, al percatarse de que el chico ya estaba despierto pidió espera a las personas fuera y se acercó con rapidez.

—¿Cómo te sientes? —Como respuesta solo llegó una vaga afirmación—. ¿Quieres que te ayude a sentar o...? — De nuevo el mismo movimiento y ella con ayuda de un aparato modificó la posición de la cama y luego acomodó mejor las almohadas—. Han venido a visitarte, ¿quieres que los deje pasar?

Leo asintió con debilidad, dudando de su respuesta, la vio salir y hablar con alguien, suponía quien seria y al mismo tiempo no, Mathew era la persona que más esperaba. Grande fue su sorpresa al ver entrar a Iván de primero, y quiso ocultarse, giró su cabeza, no quería verlo.

La mujer desde la puerta dudo en la decisión de dejarlos entrar, pero creía que podía ser bueno para él.

—Por favor recuerden lo que les dije, no lo exalten —Susurró y se fue cerrando la puerta.

Mathew respiró hondo y se acercó con rapidez golpeando la cama y luego acercándose al rostro de su amigo, asustándolo.

—¿Creíste que te librarías de mi tan fácil?

Leo sonrió y luego negó.

—Creo que va a ser más difícil de lo que creí.

—Soy tu karma, además me debes un crucero todo pago a Miami...

—¿Cómo?

—Y la mitad de la propina que te dieron hoy.

—¡Ja! Con mi propina no te metas, es sagrada, deje meter a dos clientes a la cocina por ella y me gane un regaño de Natalie, aunque bueno ella cuando no me regaña —Rio y Mathew igual.

—¿Cómo te sientes?

—Am... —Se interrumpió cuando sintió la mano de Iván en su pierna y sonrió—. En este momento siento curiosidad, ¿Qué te pasó? tienes los ojos en el culo, jamás te había visto con los ojos hinchados... bueno sí, pero en otras circunstancias...

Iván ahogó una risa y Leo no disimuló la suya, pero fue borrada cuando al lado del chico apareció otra figura y la sorpresa nació junto con la curiosidad, volteó a ver a Mathew.

—¿El que hace aquí? —inquirió con burla.

—Yo voy a ser el que se ría de ti esta vez... —Anotó victorioso Mathew.

—¿Por qué?

Mathew miró a Iván pidiendo que le comentara él.

—Am... Bueno... no planeaba presentarlos así...

—Al grano... ¿Me engañas?

—¡No! Y mucho menos con él, que asco.

—¿Qué me estás diciendo? —se indignó Joseph.

—Feo, eso te digo.

—Ja, ya quisieras ser como yo...

—No gracias, no me gustaría tener que comprar espejos cada rato.

La Recompensa De Nuestro Pasado [EN PAUSA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora