Capítulo 23

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―Mathew me conoció en el bar, pero yo lo conocí a él mucho antes. Por eso mi empeño en querer saber más de él. Creí que me estaba siguiendo, por eso la estupidez del trabajo sexual. Quería asustarlo. Sin embargo, todo me lleva a que es una persona común, por eso no continúe insistiéndoles que escudriñaran en su vida.

― ¿Dónde lo conociste?

―No puedo decir que lo conocí, solo lo vi reiteradas veces. La primera vez, me había quedado atrapado en el tráfico y lo vi caminando, creo que estaba buscando una dirección, me quede atento pensando en...

―Mucho texto, la segunda ―gruñó Sara rodando sus ojos con expresión aburrida mientras sostenía su cabeza con su mano.

―Sí, se me olvido con quien estoy. Después lo vi saliendo de la empresa de... ¿recuerdas a Allan?

―Ay sí, es el único del círculo de Cristina que me cae bien.

―De una de sus empresas.

Yo ya le habría dado un tiro en la cabeza, por las dudas.

El pelinegro rió y continúo repasando los sucesos.

―Pensé algo similar, pero él no se me acercaba, parecía que yo era el que llegaba a donde él estaba porque ese mismo día lo encontré en el bar. ―Suspiró―. Bueno, en fin, saca tus conclusiones.

Sara apretó sus labios meditando lo dicho y lo que podía sacar de ello.

―Pues que te digo... quiero creer que tiene razones lógicas, digamos viven en la misma ciudad... ―Recostó su espalda con fuerza y una punzada la hizo despegarse del espaldar―. Voy a golpearlo, juro que cuando tenga la oportunidad lo voy a golpear―murmuró y escuchó al pelinegro reír―. Como decía, viven en la misma ciudad y tú tienes que ir de aquí allá casi todos los días, supongo que era inevitable no encontrártelo. Pienso que lo más raro, fue que te lo encontraras en el bar... pero no es tan raro, el bar es casi central y es bastante conocido, estoy segura que hasta Cristina ha entrado ahí alguna vez.

―Puede ser.

―O si te quieres ir por lo paranormal, es el fantasma de tu navidad pasada y ya, fin de la historia ―bromeó.

―El golpe te afectó.

―Bastante, ya van dos veces y yo no lo puedo golpear.

―Bueno, en la primera, ni siquiera me di cuenta, si no me lo comentas nunca lo hubiera sabido y lo de hoy te lo buscaste. Yo habría reaccionado peor.

Sara hizo una mueca de fastidio y dejó su vista en el escritorio, pensando la situación.

―Tú... ―dudó―. ¿Qué piensas de eso, no crees que es un poco...?

―La verdad no sé qué pensar. ―Detuvo―. Seria precipitado afirmar cualquier cosa. Por ahora solo estoy sorprendido, un poco, no me esperaba tal cambio, estaba convencido en mi posición de pensar que era... no sé... ahora que lo pienso no esperaba nada. Tal vez me acostumbre a la postura tímida y sumisa que mostraba a todos. ―Sonrió al recordar la semana, como poco a poco iba descubriendo a Mathew en varias facetas, en lo protector que podía ser con Gabriela. El descubrir que cuando jugaba con sus manos no era porque estuviera nervioso, sino molesto y reprimía el enojo pellizcando su piel o apretando sus dedos. Se preguntaba cuanto le dolería al hacerlo.

Le gustaba, era interesante pensar que parecía estar construyendo algo que aún era desconocido y para terminarlo tenía que encontrar todas las piezas, detallarlas y buscar el lugar donde encajaran. Quería llegar hasta el final, verla terminada, ver cómo era y...

― ¡Joseph! ―gritó y golpeó la mesa.

― Ah, perdón ¿Me estabas diciendo algo más?

―No, le estaba contando chistes a la pared.

La Recompensa De Nuestro Pasado [EN PAUSA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora