Capítulo 94

27 5 15
                                    

La inmensidad del lugar era impresionante, ahora entendía a la perfección las veces que Joseph le decía que su casa era pequeña comparada a la de su abuela o su madre, con la última aun no lo confirmaba.

Ahora de pie en la sala de la mansión de Amelia se sentía pequeño, diminuto, por desgracia no podía darse el lujo de observar a detalle el lugar, el ambiente no era para nada ameno, aunque eso no quitaba de su cabeza el deseo de recorrerla, curiosear su arquitectura ya que ni siquiera podía ver las escaleras al segundo piso.

El fuerte respiro fastidiado de la mujer lo volvió a enfocar en ella; mantenía la mano en su sien. Suponía que repasaba lo que acababa de escuchar para darle solución o simplemente comprender.

—¿Dejara cicatriz? —Amelia se dirigió a Nancy.

—No, no es grave, si la trata como debe ni siquiera dejará marca.

Amelia volvió a repasar a la joven de brazos cruzados en el sillón, movía su pierna con enojo, era un tanto desesperante verla. Su pecho sacó de nuevo otro pesado respiró.

—¿Cuál es tu solución, Ma...?

—¡Sáquelo, no planeo seguir viviendo bajo el mismo techo que este...! —Calló al ver la mano de Amelia elevarse con serenidad.

—No veo la necesidad de gritar, lo que quieras decir lo puedes hacer con un tono de voz bajo, eres una dama... o eso me dijeron tus padres.

Malory apretó los labios bajando la cabeza.

—Lo siento.

—Joseph. —Pasó Amelia.

—No puedo sacar a Mathew, lo necesito, tanto en mi casa como en la empresa, si contratara a otra persona tardaría lo mismo o más en entrenarla, en que entienda los parámetros de la empresa y lo que debe hacer. —Miró a la chica—. Lo siento.

—¡Pero...!

—Malory, voz baja —Recalcó Amelia.

—Lo está haciendo a propósito, esto ya pasó dos veces.

—¿Cuál fue la primera? —Indagó con sorpresa la mujer.

Mathew abrió la boca para responder, pero Malory se adelantó a responderle.

—Enveneno la comida.

Amelia llevó la mano al pecho en asombro, mirando con rapidez a Mathew quien negaba con pánico.

—Él no hizo eso, desde el principio sabías que Mathew no sabe nada de cocina y además él y las cosas delicadas no se llevan, aun así, insististe en que fuera él quien te sirviera en todo, incluyendo la comida. —Aclaró Joseph.

—Yo también te informe de eso —recordó Amelia—. Incluso te dije que intentaras alejarlo de cosas frágiles, creo que la comida y los platos hacen parte de algo frágil, por lo menos de cuidado. ¿Qué fue lo que hiciste, Mathew?

—Am... yo... el, Darío me pidió... decorar el plato de la Jovencita, pero... no le entendí lo que me dijo, sé que debí haber preguntado otra vez, pero... temía que se enfriara, a la jovencita no le gusta eso, por eso trate de ser rápido y... no sé qué le eche a la comida, de verdad lo lamento mucho, jovencita, no era mi intención lastimarla...

—No puede creerle, los hizo dos veces...

—Por lo que entiendo la primera fue una confusión, confusión que, en efecto, Mathew pudiste haber evitado si preguntabas nuevamente, pero por lo que veo de lo que me ha contado mi nieto, eres bastante demándate. Y la segunda fue por torpeza, torpeza de la cual fuiste advertida en el principio y aun así lo ignoraste y dejaste que tu capricho hiciera lo contrario a lo que te pedí.

La Recompensa De Nuestro Pasado [EN PAUSA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora