Capítulo 5

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La respuesta era obvia... No, no podía.

― ¡No! No, espere ―exclamó Mathew poniendo sus manos en los hombros del chico.

―Dijiste que aceptabas, incluso te lo pregunte dos veces ―se burló.

―Lo sé, pero no pensé... que lo haría ahora...

―No te preocupes, solo tienes que relajarte... Tratare ser lo más cuidadoso posible ―se mofó acercándose a su cuello. Mathew lo alejó como pudo.

―Lo digo enserio, por favor, deténgase.

―Solo relájate ―volvió a su cuello.

Los ojos de Mathew comenzaron a llenarse de agua, sentía impotencia, pero ya no había nada que hacer. Él había aceptado eso...

¿Había aceptado eso?... No, eso no era lo había aceptado.

Con la poca fuerza de su cuerpo alejó a Joseph de él otra vez, cerró sus ojos, formó un puño con su mano y lo impactó contra el chico, no supo bien en qué lugar, pero sabía que lo había golpeado con todas sus fuerzas.

Asustado, abrió los ojos con su respiración acelerada, sorprendiéndose al ver que una pequeña gota de sangre empezaba a brotar de los labios del sujeto y solo pensó en huir, temblando bajó de la cama y corrió hasta la puerta, abriéndola, estrellándose con dos de las chicas.

―Estás... ―trató de hablar Valeria, pero el chico la empujó levemente para luego encerrarse en el cuarto de en frente, solo quería ocultarse, resguardarse y calmarse.

Valeria y Sara voltearon a ver Joseph, quien se había sentado al borde de la cama tocando la parte afectada de su rostro.

―Pues parece que el chico te ganó en golpearlo ―rio Sara.

Valeria no presto mucha atención, estaba pensando en una manera de sacar todo su enojo, pero antes de que pudiera decir una palabra Joseph comenzó a reírse, dejando totalmente desconcertados a todos.

―Jefecito ¿está bien? ―preguntó Luis.

―Se le zafaron los tornillos ―dijo Sara.

―No, no ―murmuró Joseph entre pequeñas risas―. Lo siento ―miró a Valeria―. Lo siento.

La chica le sostuvo la mirada por unos minutos, sin saber que era lo que le pasaba, pero al notar la satisfacción y un poco de culpa en sus ojos entendió todo, entendió sus acciones y rio bajito con él.

― ¿Qué era lo que esperabas?

―Te aseguro que no un golpe ―ambos se quedaron riendo un momento― ¿Se fue?

―No, se encerró en el cuarto de al frente.

―Tráele algo de comer.

Valeria asintió y luego miró a Luis, dándole una sonrisa de súplica, el chico rodó los ojos.

―Sí, ya sé, siempre soy yo ―bufó y se fue a traer lo que pedían.

―Podrían dejarnos un momento ―pidió Valeria dirigiéndose a Sara y Abigaíl. Ambas se fueron sin decir una palabra.

La chica entró a la habitación cerrando las puertas, luego se dirigió al baño, ahí saco una pequeña caja roja de uno de los gabinetes y volvió con Joseph sentándose a su lado. De la caja, saco un par de bolitas de algodón y un tarro pequeño, humedeció una de las bolitas con el líquido y empezó a frotarlo en el labio del chico.

―Tú, no vas a estar satisfecho hasta que ponga un arma en tu cabeza...

―Otra vez ―se burló, haciendo reír a la chica.

La Recompensa De Nuestro Pasado [EN PAUSA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora