Capítulo 30.

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La espera llegó a su fin y el día se hizo presente. Los señores Brown celebrarían el aniversario de sus bodas de plata. La misa había sido programada para las 9:30, y la fiesta sería en un lindo y colorido jardín que se encontraba a las afueras de Kelso.

La iglesia era muy elegante. Resaltaba el color dorado en las paredes de mármol.

La señora Brown había decidido que la paleta de colores estaría principalmente enfocada al blanco, hueso, y rojo.

Ella llevaba puesto un vestido beige corto, con vuelo, algo ajustado de arriba, y un cinturón rojo. Se veía hermosa. Era la viva imagen de una mujer enamorada que iba a celebrar el hecho de llevar 25 años casada con el amor de su vida. Sus ojos tenían un brillo especial, el brillo del amor.

El señor Brown, por su parte, usaba un traje negro, con una rosa roja en la solapa para hacer juego con el cinturón de su esposa.

Anny y Jailene usaban vestido rojo.

Los invitados eran numerosos. Por un lado estaban los Clark, los O'Connor, las compañeras de trabajo de la señora Brown, y algunos miembros del hospital donde trabaja el Señor Brown. La familia de ambas partes, y por último un par de vecinos que eran buenos amigos suyos.

La misa fue bastante breve, pero maravillosa. Jailene creía en el amor únicamente por la forma en que sus padres se amaban, la forma en que se miraban mutuamente en el altar, con tanto amor aun después de tantos años.

El camino al jardín fue bastante rápido, y consiguieron llegar antes que cualquiera de los invitados.

Todo había quedado en orden desde semanas antes, afortunadamente.

Los siguientes en llegar al fueron los Clark, seguidos de la familia. Conforme los invitados llegaban iban llenando las mesas que se encontraban acomodadas alrededor del jardín. El centro estaba despejado, para poder bailar. Los señores Brown, a diferencia de sus hijas, amaban bailar. Así era cómo se habían enamorado.

Había un pequeño kiosco en la parte trasera, rodeado de luces amarillas que serían prendidas en la noche.

El techo blanco del jardín estaba decorado con enormes guías de flores rojas, hojas, y luces. Todo tenía un elegante y equilibrado contraste.

Aquel domingo, extrañamente, Kelso se encontraba en un día soleado. El cielo estaba despejado, y no amenazaba con llover. Era el día perfecto para celebrar un aniversario de boda.

La banda llegó unas horas más tarde, y comenzaron a tocar. Les había costado trabajo encontrar una banda que pudiera tocar canciones en español, pero afortunadamente la habían conseguido a tiempo.

Los invitados bailaban y charlaban con sus copas en mano, reían, otros aún estaban comiendo. El ambiente era muy agradable.

Al paso que caía la noche, las canciones se iban volviendo más animadas, y el aire se llenaba de risas. Todos los invitados bailaban, nadie estaba sentado. No podrían haberse quedado sentados aun si así hubieran querido, la energía y entusiasmo eran muy contagiosos.

—Iré a cambiarme los zapatos, no aguanto más— Avisó Jailene a su madre.

Caminó hasta su auto afuera, tomó unos tenis de su mochila que se encontraba en la cajuela, y dejó ahí los tacones.

En ese momento sonaba "En un sólo día" de Morat. La banda favorita de su madre.

Decidió sentarse un momento para tomar agua, estaba cansada, pues llevaba quien sabia cuántas horas bailando.

—¿Ya te cansaste?—Rio Justin, mientras se acomodaba la corbata.

—Ya. Ya no tengo edad de aguantar estas farras—Bromeó.

A 1,000 yardas de tu corazón.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora