Faltaba un minuto para el cumpleaños número 19 de Chase.
Jailene no estaba en línea. Eran las 12:59, y no estaba en línea. Él sostenía el teléfono, con poca esperanza.
Dieron las 12. Ni un mensaje, una llamada, nada.
Escuchó que sonó el timbre, y un tanto abatido fue a ver quién era.
Abrió la puerta.
—Feliz cumpleaños— Dijo Jailene. Sostenía un pequeño pastel con una sola vela.
Le quitó el pastelillo de la mano, lo colocó en la mesa de a un lado, y tiró de ella para envolverla entre sus brazos.
—Creí que lo habías olvidado. — Le dio un beso en la cabeza.
—Llevaba a fuera diez minutos esperando a que dieran las 12 para tocar el timbre—Respondió contra su pecho.
—Gracias por venir.— Se separaron del abrazo.
—Sólo vine a darte esto— Tomó el pastelito de la mesa—. Pide un deseo.
Chase se quedó pensando durante un momento, y cuando por fin lo supo, sopló la vela.
—Listo — Sonrió.
—¿Qué pediste?— Le preguntó, sacando la vela del pastel.
—Si te lo digo, no se cumplirá.
—Tienes razón. En todo caso, espero que se cumpla. ¿y tu padre?
—Fue a comprar "mi regalo de cumpleaños" desde hace dos horas. Me llamó hace rato, dijo que su teléfono estaba por quedarse sin batería, y que haría lo posible por llegar rápido.
—¿Eso quiere decir que estás solo?
—En efecto. Alex viene en camino.
—Genial, me encantaría quedarme pero, ya sabes.
—Lo sé — Sonrió, mientras le acomodaba un mechón de pelo detrás de su oreja —, tus padres no estarán de acuerdo, y tienen razón.
—Lamento que no confíen en nosotros lo suficiente.
—Hacen bien. Yo tampoco confiaría en mí, estando a solas contigo— Admitió.
—Entonces será mejor que me vaya— Rio, con las mejillas rojas.
—Sí, sí deberías.— Se le acercó.
La besó. Fue un beso inocente, tierno.
—Tengo un plan — Dijo ella.
—¿Plan?
—Sí. Claro, si no tienes nada que hacer mañana.
—Nada. Papá trabajará desde el mediodía, y necesita concentrarse.
—Genial. Entonces... te veo a la una.— Sonrió.
—¿A dónde vam...?
—No te lo diré — Interrumpió—. Es una sorpresa. Ahora sabrás lo que es no saber a dónde vas—Sonrió con malicia.
—Eres mala.
—Sí. — Abrió la puerta.
—¿Viniste con alguien? Si no, te acompaño.
—Mi padre me trajo—Dijo.
Ambos salieron por la puerta. Jailene subió al auto con su padre, y este bajó la ventana.
—¡Feliz cumpleaños, Chase! — Gritó el señor Brown, con una sonrisa.
Chase le devolvió el gesto, junto con un "gracias".
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A 1,000 yardas de tu corazón.
RomanceStrauss y Brown; Agua y Fuego. Un amor bastante complicado, nacido en turbulentas aguas y sobre todo en el césped perteneciente al campo de fútbol de la preparatoria. Para ambos, perseguir sus sueños siempre ha sido lo más importante. ¿Qué pasaría s...