Capítulo 4.

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—Si sigo haciendo esto todos los días, moriré—Se quejó con Anny, adormilada, cuando el despertador volvió a sonar a las 6 de la mañana.

Pero le interesaba ayudar al equipo, así que se obligó a levantarse tirándose al piso desde la cama, dejando escapar un "Au".

Anny se burló por lo rara que era su hermana.

Luego de una buena ducha (que no había sido muy exitosa para despertarla), se puso torpemente el uniforme y tardó unos minutos en darse cuenta de que la camisa estaba al revés, así que tuvo que ponérsela de nuevo.

Unos minutos después, con todas las prendas puestas en el lugar correcto, bajó a desayunar para finalmente ir a la camioneta con su mamá y Anny.

En el camino, hizo un esfuerzo sobrehumano para no dormirse.

Fracasó.

Sintió como si pasara apenas un segundo desde que había cerrado sus ojos cuando:

—Que tengas buen día cielo—Se despidió su madre.

Jailene salió del auto y los tenues rayos de luz la acariciaron suavemente. Sentía los ojos pesados por el sueño, pero al ver a los chicos entrenando y escuchar los gritos de Gibsley, se despertó totalmente.

—El primer juego es en 6 meses ¡¿y ya están cansados?¡—Gritaba el entrenador una y otra vez a los jugadores.

Justin vomitó por el esfuerzo, ganándose 5 vueltas alrededor del campo como castigo por falta de resistencia.

Mientras pasaba a lado de Jailene ella se burló.

La despeinada y adormilada chica soltó un par de improperios cuando Adolf no dejaba de fallar en el lanzamiento del balón. Él, hace no muy poco, había confesado temerle más a su pequeña mejor amiga que al entrenador cuando se trataba de su rendimiento en el fútbol.

Luego de horas y horas de sudor, esfuerzo, gritos de el entrenador y de Jailene, caídas, y un par de rodillas raspadas, el entrenamiento del día concluyó.

—Lanzas muy bien—Le dijo Jailene a Chase cuando éste se acercó a donde ella estaba sentada para tomar su maleta.

—¿Tanto te gusté que vienes a ver de nuevo el entrenamiento?—Preguntó coqueto y Jailene estalló en una carcajada.

—No seas narcisista—Respondió aun riendo—Te admiro por tu talento, pero no me gustas.

—Ya lo sabía—Mintió mientras se colgaba la maleta al hombro.

—Pero eres interesante, quisiera saber donde aprendiste lo que sabes.

—Desde niño me gusta—Respondió simplemente, ella supuso que era una persona reservada.

—Chase, puedes venir un minuto—Lo llamó el entrenador y Chase lo siguió hasta el interior de su oficina. La bodega.

Como los gemelos ya estaban listos, Jailene tomó sus cosas para dirigirse al laboratorio de química junto con ellos, pero escuchó un grito proveniente de la oficina de Gibsley.

—¡Gracias, no se va a arrepentir!

Chase no dejaba de estrechar la mano de Gibsley ansiosamente mientras sonreía, hasta que por fin se detuvo.

Cuando el emocionado chico se hubo marchado, Jailene miró de forma interrogativa a Gibsley.

—Es el nuevo Quarterback—Le explicó.

Ella asintió con aprobación, pues era muy bueno.

-.-

Unos días más tarde, el entrenador había tenido un pequeño percance (Había adoptado un perro) y no pudo presentarse al entrenamiento. Para su suerte, tenía de amiga a la autoritaria Jailene, así que ella se hizo cargo del equipo.

A 1,000 yardas de tu corazón.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora