Capítulo 18.

79 9 14
                                    

Durante toda la semana que precedió a ese beso, Jailene se propuso evitar a Chase terminantemente. Incluso dejó de ir a los entrenamientos, para convivir con él el menos tiempo que le fuera posible.

Chase, por su parte, estaba preocupado y un dilema se había instalado en su mente, un dilema enorme y que consumía todas sus neuronas. Incluso la criaturita pequeña color azul se hallaba en apuros. ¿Y si no le había gustado el beso? ¿Y si la había incomodado? ¿Y si ya no quería que fueran amigos?

Se sentía muy estúpido, posiblemente acababa de arruinar su amistad con Jailene, y todo por no poder controlar su deseo de besarla. Por no poder ignorar sus malditas emociones.

Alex no le había ayudado mucho.

—Tal vez le gustas mucho y tiene pena de hablarte—Sugirió.

Los gemelos, que Chase pensó que podrían ofrecerle un mejor consejo ya que eran los mejores amigos de la chica, tampoco habían sido de mucha ayuda.

—Jally es muy rara, lo mejor sería que hablaras con ella y aclararan las cosas.

Eso era lo que Chase quería hacer. Pero el comportamiento de Jailene hacía que esa tarea fuera prácticamente imposible. Lo evitaba en los pasillos y ya no iba a los entrenamientos. En clase no podían hablar porque los castigarían y ...

¡Ahí lo tienes, idiota! — Dijo la voz de su cabeza.

Chase sabía que ella probablemente lo golpearía por lo que iba a hacer, pero no le importaba. Si tenía que pasar otra semana como aquella, se volvería loco. Para él, hablar con Jailene era casi una necesidad.

La oportunidad se presentó en clase de matemáticas, impartida por la profesora Lewis. Chase pensó que era un plan perfecto, pues la profesora odiaba profundamente a Jailene y no rechazaría la oportunidad de castigarla, así fuera por la cosa más estúpida.

Aguardó pacientemente y, al final de la clase mientras la señorita Lewis escribía la tarea en el pizarrón, puso en marcha su plan.

Le lanzó una bolita de papel a Jailene mientras ésta guardaba sus cosas. Se sentaban juntos, por lo que estaban cerca. Le dio justo en la mejilla. Ella lo miró, Chase conocía bien esa mirada, significaba peligro.

Estaba molesta, eso era un buen comienzo.

Repitió su acción, pero Jailene lo ignoró. Aunque él observó satisfecho que respiraba agitadamente, como si en el aire hubiera dosis de paciencia.

Lo volvió a hacer otras tres veces hasta que logró lo que quería: Ella tomó su lapicera y se la lanzó de lleno en la cara.

Chase se sintió tan agradecido cuando justo en ese momento la profesora Lewis se dio vuelta.

—¡Señorita Brown!—Comenzó a dar zancadas hasta su mesa

—¡Chase ha comenzado!— Se justificó, señalando a su compañero de banca con un dedo acusador.

—¡Y tú le has seguido el juego! Así que ¿Esto es lo que haces mientras escribo la tarea?

—¡Él me ha fastidiado! ¿Qué se supone que hiciera? —Preguntó.

Cualquiera podía ver la catástrofe, la bomba que podía estallar con una sola palabra.

—¡Está castigada, señorita Brown!

Jailene parecía querer decir a la profesora Lewis el diccionario completo de groserías, pero no podía hablar. Se había quedado muda e intentaba controlar el impulso que tenía de estrangular a la profesora, y a Chase. Respiró profundo tres veces.

A 1,000 yardas de tu corazón.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora