Capítulo 14.

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—¡Jailene! Temía que no fueras a venir hoy— La saludó el entrenador apresurándose a llegar con ella.

—¿Sucede algo?

—Todo está en orden— Respondió amablemente—, pero hoy les daré un anuncio.

Jailene se sentó en las gradas a observar el entrenamiento como de costumbre, preguntándose de qué se trataría el anuncio de Gibsley.

Chase no se había dado cuenta de a qué hora había llegado ella, pero al verla sintió una ligera sacudida en el estómago y por alguna extraña razón, también sintió la necesidad de mostrar que podía hacer los ejercicios sin esfuerzo.

La sesión fue como todas las anteriores, Jailene gritó, Gibsley gritó, hubo sugerencias y llamadas de atención, correcciones, y cuando faltaban 30 minutos para las 12, Gibsley dio por finalizado el entrenamiento y les indicó que se reunieran en círculo para darles el anuncio.

Todos se sentaron en el césped y Chase se sentó lo más cerca que pudo de Jailene.

—Bien... como todos ya saben. El campamento de futbol se lleva a cabo cada año al finalizar el ciclo escolar, es la primera vez que nuestra escuela puede asistir. Claro, sus padres deben firmar una autorización.

Todos intercambiaron miradas emocionadas. Jailene siempre había deseado asistir a ese campamento. A ese campamento asistían 7 escuelas de distintos estados, se realizaban actividades para socializar con todos ellos y para intercambiar técnicas de lanzamiento o estrategias. Era el sueño.

—¿En dónde será? — Preguntó Harry.

—Los ángeles— Respondió el entrenador—. Me gustaría que todos asistieran, podrían mejorar sus técnicas y hacer amigos. Era el sueño.

Jailene se preocupó un poco, no estaba segura de que sus padres le autorizaran ir a un campamento donde habrían no menos de 250 personas, y, además, quedaba en otro estado.

—Mañana les entregaré las autorizaciones y deberán devolverlas, firmadas por sus padres, el día del baile.

Todos se pusieron de pie, todos menos Jailene que estaba absorta en sus pensamientos, los gemelos y Chase fueron a tomar sus maletas.

—¿Está todo bien, Jally?— Preguntó Adolf acercándose a ella.

—Sí...— Le restó importancia.

—Vamos, la señorita Lewis nos pondrá a limpiar la biblioteca otra vez si llegamos tarde— Dijo Chase ofreciéndole su mano a Jailene para ponerse de pie.

Ella la aceptó, luego tomó su mochila y los 4 se dirigieron al salón de matemáticas.

Chase sufrió bastante durante las 2 horas de matemáticas en las que se vio obligado a sentarse con Jailene, a respirar su aroma, a mirar el movimiento de sus manos mientras escribía, la forma en que acomodaba su cabello detrás de su oreja porque le estorbaba al escribir, a escuchar su voz y su risa.

Desde que Alex comenzó a salir con Cindy, Chase pasaba más tiempo con Jailene y los gemelos Clark, y eso sería genial si el corazón no le diera un vuelco cada que cierta chica despeinada se acercaba a él.

Pasaron los días y el clima se hizo más frío, incluso advirtieron que la nieve podría precipitarse en cualquier momento. Chase se encontraba en dos serios aprietos: Necesitaba pedir a su padre que firmara la autorización del campamento, y necesitaba aclarar sus sentimientos. Porque una cosa era segura, si él no lo hacía, Jailene terminaría por descubrirlo.

Él sabía que hasta la persona más torpe del mundo notaría que había algo raro en él, no sólo era el hecho de que le estaba costando concentrarse en clase, sino que en los entrenamientos estaba más ocupado observando a la hermosa chica que miraba desde las gradas, en lugar de mirar el balón.

A 1,000 yardas de tu corazón.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora