Capítulo 21.

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A diferencia de Alex, Jailene y Lola no habían estado nunca dentro de la casa de Chase. Era un completo misterio. Por fortuna, Alex había pasado casi toda su niñez allí, por ser el mejor amigo de Chase, y conocía la casa mejor que a la palma de su mano, sería el guía. Les mostró una puerta secreta que había hecho él mismo, para ayudar a escapar a Chase cuando su padre lo castigaba durante su niñez. El señor Strauss creía que Chase permanecía en su cuarto, cuando la realidad era que pasaba sus tardes en casa de Alex, como un fugitivo, ocultos en el sótano.

La puerta estaba disimulada con un arbusto de buganvilias moradas, y si uno no lo supiera, nunca adivinarían que estaba allí.

La puertecita color verde daba al jardín trasero. La sombra que proyectaba la casa, así como el cielo nublado, le daban un aspecto lúgubre. El césped parecía ser gris en lugar de verde, y Jailene pudo apreciar que todas las flores estaban muertas.

El jardín estaba vacío. No había rastro de ninguna mucama ni indicios de que alguien se encontrara en casa. Todo estaba silencioso y tranquilo, sin mencionar lo sorprendente que era para Jailene el hecho de que estando allí no podía evitar sentirse triste y abatida.

Alex se puso a la cabeza del grupo y las guió hasta lo que parecía ser una puertecita que daba a la cocina. La cocina era muy grande, el piso y las paredes eran de mármol blanco reluciente. Había 4 alacenas repletas de platos, tazones, vasos. Vitrinas con copas de vidrio y un refrigerador blanco tan complejo que Jailene tenía serias sospechas de que pudiera convertirse en submarino.

—Ahora escúchenme con atención - Pidió Alex mientras se detenía y giraba para encararlas—. El señor Adler habita todo el tercer piso, les explico. Su habitación es la puerta doble blanca que está pegada a las escaleras; su estudio es la puerta negra contigua; su oficina es la puerta blanca que tiene bordes dorados; y la última puerta, la de metal, es un almacén. Allí guarda todos los documentos y papeles que no utiliza, pero sería un buen lugar para ocultar cosas. ¿Entendieron?

Jailene y Lola le respondieron con un sonido extraño que bien podría ser de afirmación o negación, y se encaminaron hacia las escaleras. Alex revisaría el resto de las habitaciones.

El tercer piso resultó ser un corredor espacioso, cubierto por una alfombra blanca de terciopelo. Las paredes eran color verde crema, Jailene sospechaba que la decoración de la casa había sido elegida en su totalidad por la difunta señora Strauss, era un contraste muy elegante y delicado.

—No sé tú, pero de la explicación de Alex solamente entendí:, oh, espera, no entendí nada—Comentó Lola mientras ambas admiraban las puertas que se alzaban a lo largo de todo el corredor, tratando de recordar cuál era cuál.

Se rindieron y decidieron separarse y registrar dos puertas cada una. Jailene entró por una puerta doble blanca, inmediatamente identificó que era la habitación del señor Adler.

Dentro reinaba un fuerte aroma a Whisky. Todo estaba ordenado perfectamente; los ejemplares que ocupaban el librero estaban acomodados por tamaño y orden alfabético; la cama estaba tendida sin un solo dobles, y con las almohadas cuidadosamente alineadas; el escritorio tenía un par de documentos apilados sobre una laptop.

La habitación tenía una gran ventana frente a la cama, las cortinas estaban recogidas con un lazo blanco de encaje.

Jailene despertó de su admiración y comenzó a buscar. Registró el librero dos veces, pero no encontró nada; El escritorio tenía muchos cajones, pero ninguno contenía nada que le fuese útil, a menos que deseara ver los pedidos que hacían los clientes a la empresa del señor Strauss.

Había una mesita de noche a cada lado de la cama, una de ellas estaba vacía, pero la otra no. La que estaba vacía, pensó Jailene, sin duda había sido la que en vida ocupaba la señora Strauss.

A 1,000 yardas de tu corazón.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora