El despertador sonó a las 6 de la mañana y Jailene se obligó a abandonar la comodidad y calidez de su cama. Su madre y Anny ya estaban sentadas en la mesa, desayunando.
—Creo que cambiará la organización si decides ir a ver todos los entrenamientos—Dijo su madre mientras introducía el almuerzo de Anny en una bolsa de papel.
Jailene respondió mientras tomaba la leche del refrigerador y la vertía en un tazón.
—¿A qué te refieres?
—Será más sencillo si te llevo yo a la escuela junto con Anny.
Anny entraba a la escuela a las 7 de la mañana, era lo justo.
—Bien—Dijo Jailene mientras servía cereal en su tazón con leche.
Al terminar el desayuno salieron de casa. Todo se veía húmedo, había llovido durante la noche, cosa que era muy normal en Kelso. El aroma a petricor inundaba todo, y a Jailene le encantaba. Sacó la cámara de su mochila y tomó una fotografía rápida a la calle a través de la ventana del auto, ya que el agua hacía que tuviera un efecto increíble. Abrió la ventana y el aire frío rozó su rostro, tomó un gorro verde de su mochila y se lo puso.
—No entiendo, Jailene Brown— Comenzó a decir Anny—Cómo pudiendo quedarte a dormir hasta las 10 de la mañana prefieres levantarte a esta hora, sólo por ver unas estúpidas pruebas.
—Tú una vez te quedaste despierta hasta las 5 esperando una oferta de vestidos.
—Buen punto.
Luego de unos minutos, su madre le dijo que habían llegado, Jailene se despidió de ambas y bajó del auto dirigiéndose al campo.
—¡Jailene! Viniste—La saludó entusiasmado el entrenador.
Eran muy buenos amigos porque desde su primer año, ella siempre iba a todos los entrenamientos y partidos, le ayudaba en algunas cosas y compartían puntos de vista.
—Sabe que siempre vengo, entrenador—Confirmó Jailene, tomando asiento a su lado—¿Dónde están los jugadores?
—En los vestidores poniéndose el uniforme, no tardan.
Efectivamente, luego de unos minutos los chicos se presentaron en el campo, eran al menos sesenta.
—Lástima que sólo quedarán 35 dentro del equipo—Dijo el entrenador.
Con Jailene, era un hombre amable; con sus jugadores, duro como una roca.
—Bien, flores madrugadoras, ¿todos ustedes creen tener lo necesario para estar en el equipo de los Hilanders?— Preguntó.
Asintieron con arrogancia.
—Bien, más vale que no se arrepientan.
—¿Podrías ayudarme a traer los balones? por favor—Le pidió a Jailene.
Ella asintió y caminó hasta la bodega.
Todo estaba bastante desordenado, había balones desinflados e inflados de todos los deportes, redes, raquetas de todos los tamaños, conos, colchonetas de diversos colores, aros con cintas brillantes cubriéndolos, cuerdas de todos los largos, llantas, etc.
Se aseguró de tomar todo lo que sabía que se ocupaba durante las pruebas y lo echó sobre un carrito que tenía rueditas y era trasladable.
—Aquí tiene—Dijo a Gibsley dejando el carrito a un lado suyo.
—Gracias. Ahora... ya sabes qué hacer —Le indicó con complicidad.
Era un ritual de rutina cada vez que se iba a elegir al equipo representante.
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A 1,000 yardas de tu corazón.
RomanceStrauss y Brown; Agua y Fuego. Un amor bastante complicado, nacido en turbulentas aguas y sobre todo en el césped perteneciente al campo de fútbol de la preparatoria. Para ambos, perseguir sus sueños siempre ha sido lo más importante. ¿Qué pasaría s...