| Capítulo 14 |

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Roma.

Un suspiro choca con mi mejilla volviendo a mandar corrientes eléctricas por todo mi cuerpo.

Estoy sentada en sus muslos mirando mis manos tratando de procesar lo que acabo de escuchar.

Nuestra mujer.

—  Eeeh... Si, si claro, claaaaro—  suelto una risa nerviosa "dándole la razón" solo para que me suelte.

Aparto sus manos de mi cuerpo y me levanto rápidamente de sus piernas sentándome al lado de Jack.

Me le quedó mirando fijamente con mi cara más roja que un tomate.

—  ¿Fumas algún tipo de droga? Por si no lo sabes déjame decirte que eso es muy malo para el cuerpo y siendo el General no creo que sea tan correcto, te pueden expulsar, pero que estoy diciendo, es obvio que no te importan que te expulsen por eso las consumes. Creo que tienes que ir a un centro de rehabilitación para drogadictos —  hablo como si estuviera diciendo un trabalenguas.

Son los nervios no me culpen.

Él con su rostro inexpresivo e intimidante como siempre, mantiene su vista en mí.

Miro al resto de los superiores y están mirándome con sonrisas divertidas en sus caras.

—  Eh... Yo - yo creo que me voy —  me levanto del sofá.

—  Siéntate —  Exclamó Ángel.

Me senté de inmediato.

—  Yo creo que tu hermano no está bien ¿Lo han llevado al psiquiatra?  —  le susurré a Jack.

Jack me miró y se carcajeó haciendo que yo frunciera el ceño.

—  No dije ninguna mentira, mujer —  Gruñó Ángel.

Miré a Dan esperando una respuesta.

Creo que él no me mentiría.

—  Es verdad conejita, queremos que seas nuestra mujer —  sonrió Dan.

Los miré en silencio a los cinco con expresión seria para luego gritar:

—  ¡PRICEEEEEEE! —  Me levanté corriendo hacia donde creía que estaba la cocina.

—  ¡AQUÍ! —  Escuché su grito a mi lado izquierdo y corrí en esa dirección.

Abrí una puerta y lo encontré sirviendo dos vasos de whisky.

—  ¡Sácame de esta casa de locos ya! —  refuté caminando hacia él.

—  ¿Que pasó? —  preguntó divertido.

—  Tus amigos están mal de la cabeza di - dijeron que fuera su mu - mujer.

—  Ah —  dijo desinteresado.

— ¿Ah? ¿ Es lo único que vas a decir? ¿Eso se puede demandar? No lo sé, como… ¿Una propuesta indecente? —  pregunté.

Soltó una carcajada mientras le echaba hielo a los dos vasos llenos de whisky.

—  Creo que...

—  ¡MUJER VUELVE AQUÍ! —  gritó Ángel desde la sala.

Miré con miedo a Price.

—  Se nota que está muy enfadado ¿Qué le dijiste? —  preguntó burlón.

—  Que si fumaba algún tipo de droga y luego me dijeron que fuera su mujer y me vine corriendo hacia acá —  entrelacé mis dedos nerviosa.

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