| Capítulo 18 |

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Roma.

Suelto un suspiro pesado después de ver cada rincón del baño buscando una solución.

Mi cara se torna roja de la vergüenza al pensar la posibilidad de llamar a uno de los chicos para pedirles el favor.

Llevo como media hora aquí dentro.

¿Esto le pasa a todas las mujeres no?

—  ¡Wes! —  Grité el primer nombre que se me vino a la mente.

Se escucharon dos toques en la puerta.

—  Linda soy yo – De otro lado resonó la voz de Jack.

—  ¿Qué pasó cielo? – Preguntó Wes.

—  ¿Conejita estás bien? —  preguntó preocupado Dan.

—  ¡Solo llamé a Wes! —  Refuté.

—  Ya nos tienes a todos aquí —  Se escuchó la voz de Raven y estoy 100% segura que Ángel también estaba al otro lado de la puerta.

—  Necesito hablar solo con Wes —  Gruñí.

—  ¿Qué no nos quieres contar linda? —  preguntó Jack.

—  Es cosa de mujeres —  contesté avergonzada.

—  ¿Me estás diciendo mujer? —  preguntó divertido Wes.

Reí ante su comentario y respondí:

—  No —  jugué con mis dedos nerviosa —  pero yo —  yo necesito algo —  susurré.

—  Dime cielo que necesitas y yo te lo traigo —  Habló Wes.

¿Toallas higiénicas o copa menstrual?.

—  Necesito que vayas a mi mesita de noche y traigas una bolsa de lana que es de color negro, pero no la abras —  ahí estaba mi copa menstrual.

—  Bien, yo te hago el favor —  dijo y después de darle la clave se escucharon pasos alejarse de la puerta.

—  ¿Jack? —  pregunté.

—  Dime linda —  respondió.

—  ¿Puedes por favor poner a hervir un poco de agua? —  pregunté nerviosa.

—  Eh… claro —  Dijo extrañado.

Luego de unos minutos se escuchó la puerta principal y seguido a esto el grito de Wes.

—  ¡Llegue! – Gritó Wes —  Tengo curiosidad de saber que es —  susurró.

—  Ábrela —  se escuchó la voz de Dan.

—  ¡No! No la abras —  Grité.

—  ¿Por qué? —  Preguntó Raven.

—  Solo no lo abras —  Respondí, pero fue muy tarde, ya que escuché el cierre de la bolsa.

—  Copa menstrual —  leyó Wes.

—  ¡Oh! Ahora entiendo todo conejita —  Habló Dan.

Mi cara dolía de lo caliente que estaba.

Ahora por chismosos lo harán ellos.

—  Vale ya que la abrieron, lo van a hacer ustedes. Ahí adentro hay una taza de plástico, solo tienes que echar agua caliente en ella y luego sumergir la copa ahí para esterilizarla ¿Entendieron? —  Pregunté.

—  ¡Si! —  Respondieron al unísono y se fueron todos a la vez.

—  ¡Ya está! —  Gritó Wes desde la cocina.

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