| Capítulo 4 |

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Roma.
 
Mis ojos se cristalizan, mi nariz arde y tengo muy en claro que es por aguantarme las ganas de llorar.

El coronel Jack empieza a balancear mi sostén de color negro entre sus dedos, mientras los otros tres estiran el elástico de mis bragas que tienen  en sus manos.

¡Qué crueles son! Yo no les hice absolutamente nada.

—  ¡¿Qué es esa falta de respeto?! —  grita el General muy enfadado.

Me levanto manteniendo mi vista en ellos, siento como una lágrima baja por mi mejilla y en sus ojos desaparece todo rastro de diversión.

Camino hasta estar muy cerca de ellos, de un jalón les quito mi ropa interior de sus manos a cada uno.

Sin decir nada meto mi ropa interior en la maleta, la rodeo con el cierre y le coloco nuevamente el candado.

Me limpio algunas lágrimas que traté de reprimir, pero fallé en el intento, agarré mis maletas y pasando por el lado de ellos ignorándolos me siento nuevamente al frente del General colocando mis maletas a mi costado derecho.

Miro al General y le doy una sonrisa tranquilizadora.

—  Tranquila Roma ellos recibirán una sanción por este acto tan inmaduro —  dijo fulminándolos con la mirada.

—  ¡Que! —  Gritaron los cuatro al unísono.

No sé que es una sanción, pero por su reacción se ve que es algo no muy lindo.

Y ahorita lo que menos quiero son problemas.

—  No mi General, no hace falta —  dije sonriendo.

El General me miró con una ceja alzada y yo sonreí, poco a poco su expresión se suavizó y se convirtió en una sonrisa.

—  Está bien me convenciste —  asintió.

A mi lado derecho se escucharon cuatro suspiros ser alivio.

—  Bueno Roma te haré entrega de tu uniforme ¿cuál es tu talla? —  preguntó.

—  Xs —  Esta es la talla más pequeña aquí en Estados Unidos.

—  ¿Xs? —  asentí —  lo siento Roma, pero no tenemos esa talla, nadie es tan pequeño como tú en la FMEU, la talla más pequeña que tenemos es (M).

Me lleva...

—  ¿Que? Pero General eso son dos tallas mas grande que la mía —  expresé  con el ceño fruncido.

Tengo buen cuerpo, pero no me gusta presumirlo, solo mi hermana y Jhon me han visto en ropa interior. Estoy acostumbrada a usar ropa holgada, pero nunca dos tallas más grande que la mía

Además que sería mucha desventaja para mí en la competencia.

—  ¿Qué hacemos Roma? —  preguntó mirándome con tristeza.

Fue cuando recordé.

—  Pues en mi maleta traigo aguja e hilos, pero me va a tomar mucho tiempo arreglarlo a mano, si tuviera una máquina sería más fácil —  dije.

—  Bien entonces ¿no hay problema con que tengas que competir algunos días con el uniforme grande? —  preguntó.

Claro que la hay...

Suspiré.

—  No mi General —  contesté.

—  Bien —  Se levantó de la silla y caminó hacia una puerta que estaba a mi lado izquierdo, salió con dos uniformes doblados y un par de botas nuevas.

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