| Capítulo 15 |

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Roma.

Ni loca me quedo aquí con esos cinco hombres a dormir.

Son aproximadamente las cuatro de la tarde, pero estaba un poco cansada y el sueño me estaba matando.

—  No, yo mejor duermo en los dormitorios de los novatos —  me levanté.

—  Te quedas aquí —  ordenó Raven.

—  No, vámonos Price.

—  Price vete y coloca el seguro digital en la puerta —  ordenó gruñendo Ángel.

Price me miró con pena y se levantó.

Claro, él es su jefe y no se atreve a desobedecerlo.

—  Cobarde —  murmuré al ver como se levantaba y salía de la sala.

Escuché como cerró la puerta principal y una voz robótica femenina dijo: Activando seguro digital.

Vaya… que tecnología.

Me senté en un sillón individual.

—  No me pueden obligar a quedarme —  refuté.

—  Ya lo hicimos —  Sonrió malicioso Jack —  si quieres salir tendrás que cortarnos un dedo a alguno de nosotros, porque el seguro digital solo se desactiva con nuestra huella.

—  Bien... ¿Cuchillo o navaja? ¿Con cuál prefieren? Y para no ser tan mala los dejaré elegir a ustedes —  saqué una pequeña navaja que siempre cargo en mi bota —  entonces ¿Quién será el desafortunado? —  dije desinteresada jugando con la navaja en mis dedos.

Los miré y Wes, Jack y Dan tragaron saliva, Raven y Ángel se aclararon la garganta. Sonreí victoriosa.

—  No serías capaz —  Dijo Wes.

Lo miré con una ceja alzada.

—  ¿Quieres probarlo? Mejor decido yo, el desafortunado eres tú Wes —  Cuando dije su nombre este me miró con terror.

Me levanté con la navaja en mi mano derecha y caminé hasta quedar al frente de él.

—  Tu mano —  ordené.

—  ¡No hermano! ¡No se la des! ¡No podrás enseñarle a tus hijos a contar hasta diez! ¡No podrás comer y tampoco podrás aplaudir con tus diez dedos! ¡Te puedes incluso hasta quedar inválido! —  Exageró Dan.

Fruncí el ceño y sonreí.

Cuando está nervioso dice tonterías al igual que yo.

Con mi mano izquierda agarré su mano y quité el anillo que tenía en su dedo índice.

Vi como tragó saliva.

¿De verdad no me va a decir nada?.

—  ¿Te puedo dar un consejo Wes? —  asustado asintió —  Jamás subestimes a una mujer —  coloqué la pequeña navaja en su dedo índice e hice un pequeño corte.

¿Que? Solo fue una lección, no voy a cortarle el dedo por una tontería.

Un dedo sirve para muchas cosas.

Me siento en su regazo, dejo un pequeñito beso en sus labios y sonreí inocente.

Veo como suspira con alivio y se seca el sudor de las palmas de su mano con su uniforme.

Guardé la navaja en mi bota y jugué con el anillo en mis dedos.

—  ¿Me puedo quedar con tu anillo? —  Digo como si no hubiera pasado nada.

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