| Capítulo 27 |

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Ángel.

Entrelazo mis dedos con los de Roma y la llevo hasta el comedor donde nos espera la cena que nos preparó nuestra nana.

Corro la silla de Roma y sonrojada se sienta.

Cenamos hablando de cosas triviales y cuando terminamos pongo los ojos en Roma que se encuentra un poco nerviosa en su asiento.

— Vamos – Digo cuando me levanto del asiento y camino hasta nuestra habitación escuchando sus suaves pasos a mi espalda.

Abro la puerta de la habitación y me hago a un lado para que la figura enana de mi mujer pase tímidamente por mi lado.

—  Ve a ducharte y te quiero desnuda en la cama —  ordené mientras entraba en el armario.

Me quité el reloj que rodeaba mi muñeca y lo dejé en su puesto con los demás accesorios. Coloqué mi sudado uniforme en la ropa sucia y entré al baño del pasillo para darme una ducha. Salí del baño y volví al armario donde me coloqué únicamente un bóxer gris. Busqué dentro de mis cosas un vibrador negro que había comprado hace algunos días para Roma y por último agarré unas de sus bragas del mismo color.

Salí y vi a mi mujer sonrojada en la cama con la sábana hasta su cuello. Escuché el agua correr en el baño lo que significaba que uno de mis hermanos se estaba bañando.

—  ¿Sabes que ya vi todo ese sexy cuerpo? —  Dije y me subí a la cama.

—  Que lo hayas visto una vez, no significa que lo puedas ver siempre —  Sonrío.

—  Yo no pienso lo mismo —  Quité la sábana dejándola completamente desnuda, mi polla tembló ante las hermosas vistas. Me subí encima de su pequeño cuerpo y coloqué mis codos a cada lado de su cara.

—  Pues, tenemos opiniones diferentes porque mi cuerpo lo ves cuando yo te doy permiso —  Susurró y su aliento mentolado chocó con mis fosas nasales.

Me acerqué a su oreja y con mis labios la rocé, su cuerpo inmediatamente se estremeció con ese pequeño gesto de mi parte.

—  Repítelo hasta que te lo creas. Ambos sabemos que ese cuerpo es más mío que tuyo —  Susurré y deje un beso en su cuello para luego pasar a sus labios.

Nos envolvimos en un beso que yo dominaba y antes de que la follara, me aparté.

—  Mujer, esto es un castigo. Abre las piernas —  Dije levantándome de su cuerpo.

Roma tímidamente abrió las piernas y me dejó a la vista su apetitoso y rosado coño.

Mierda, concéntrate.

Agarré el vibrador y con dos de mis dedos abrí sus pliegues vaginales. Pasé mi lengua por los labios al ver lo húmeda que estaba. Antes de perder el control de mi cuerpo, puse el vibrador rápidamente en medio de sus pliegues. La erección de mi polla dolía como nunca. Agarré sus bragas y las deslicé por sus piernas hasta que cubrió su coño.

—  Te lo dejarás toda la noche —  Dije acostándome a su lado.

—  ¿Toda? —  Preguntó sorprendida.

—  Toda —  Respondí serio.

Sin darme cuenta mis hermanos ya habían ingresado a la habitación.

Agarré mi móvil y busqué la aplicación que se conectaba al vibrador.

Encender.

—  ¡oh! No —  Dijo Roma apretando sus muslos.

—  ¿Qué pasa conejita? —  Dijo Dan burlón.

—  Dan —  Habló Roma, pero sonó mas como un gemido.

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