| Capítulo 8 |

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Roma.

Abro los ojos con dificultad por causa de la gran iluminación que hay en la habitación.

Repaso con la mirada el lugar en el que me encuentro y me doy cuenta de que es una mini-habitación de hospital.

Me siento en la camilla y observo que a mi lado izquierdo se encuentran Jack y Wes sentados en un sofá.

—  ¿Qué me sucedió? —  pregunté con voz ronca.

—  Te desmayaste en la primera carrera para la competencia —  contestó  Wes.

—  ¿Qué hora es? —  dije y miré mi mano dándome cuenta de que tenía una aguja la cual me proporcionaba suero.

—  8:00 AM.

—  ¿8:00 AM? ¿Pero cómo? ¿Dormí tanto? —  pregunté confundida.

—  Sí, supongo que por el cansancio.

—  ¿Y ustedes se quedaron aquí toda la noche? —  pasé mis manos por mi cabello peinándolo un poco.

—  Si, te cuidamos toda la noche —  contestó Jack sonriendo.

¿Jack sonriendo? Ummm raro.

—  ¡oh! Pues gracias —  sentí mis mejillas calientes.

—  Voy a pedir tu desayuno,  los novatos tienen la mañana  libre y hoy en la tarde se les dará una clase de armamento y después la práctica de tiro —  dijo Jack. Se levantó del sofá y salió de la habitación.

Wes se levantó del sofá y con pasos lentos se acercó a mi lado, se sentó de medio lado colocando su nalga izquierda en la camilla y me miró fijamente.

Su mirada era tan profunda que me incomodaba un poco, su mano derecha subió hasta mi mejilla, un suspiro salió de mis labios e inconscientemente cerré mis ojos disfrutando de su tacto.

Luego de unos segundos los abrí y él seguía observándome fijamente

Me sonrojé y sus labios se curvaron un poco dejando ver una sonrisa moja bragas.

—  ¿Qué me ves tanto? —  pregunté avergonzada.

—  Lo hermosa que eres Roma.

Mi respiración paró en seco ante sus palabras y lo miré con los ojos entrecerrados.

¿A qué juegas Wes?.

—  Pues tú también eres hermoso.

—  Lo sé —  dijo arrogante.

¡Espera! ¿Que? ¿Lo dije en voz alta verdad?.

Me lleva...

Solté una risita nerviosa y agarré  su mano que aún seguía en mi mejilla, con mis dedos pulgares la acaricié y de los labios de Wes salió  un suspiro.

La puerta se abrió dando paso a Jack con una bandeja llena de comida en sus manos. Me separé un poco de Wes y le presté atención a Jack que se acercaba.

Colocó la bandeja en mis muslos y todo el desayuno se veía delicioso.

—  Gracias —  sonreí.

—  De nada linda —  respondió Jack.

Fruncí el ceño.

A estos dos algo les pasa, no es normal que  de un momento a otro cambien su forma de tratarme, ayer eran insultos y hoy palabras bonitas, ayer era gnomo y hoy soy linda. Tal vez se sienten un poco culpables por mi desmayo.

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