Capítulo 20.

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Anna Roberts.

En la vida hay que saber ponerse en el lugar de otros, aunque eso a veces es difícil, también a veces hay lugares donde no hay que ponernos ya que sabemos cómo actuaríamos, pero también hay lugares en los que jamás nos pondremos, como por ejemplo jamás me pondría en el lugar de Amanda y decir porque sería más de lo mismo.

No me afecta en lo absoluto su amenaza, porque es solo eso, una amenaza. La cosa no es esa, la cosa es que no sé porque Oscar, pensó que sí, me sorprendió su llamada, mucho, pero tengo que admitir que no me desagrada.

Siempre tengo mucho cuidado con las personas que dejo entrar en la vida de Maya, pues a mi entender ese no es un lujo que cualquiera se puede dar y recuerdo como se sintió abrir por un momento esa brecha para otros. Se la abrí a Oscar. El por qué lo pensé por un momento en aquella llamada.

Llamada telefónica. Flashback.

—¿Oscar?

¡Que hacia llamando! Mire rápido a Maya, la cual me miraba con curiosidad. No, no. ¿Qué le abra dicho?

Nunca he tenido claro porque mierda, cuando se trata de Maya cualquier cosa me pone nerviosa, todo me alarma, quizás sea mi obsesión con ser lo mejor para ella, mi obsesión con ser la madre perfecta.

—Anna, siento mucho llamarte... me alegra escucharte —dijo por la otra línea —mi intención era hablar contigo, nunca pensé que ella contestara.

Escuche su voz y se oía con algo de nostalgia y ternura al mismo tiempo.

—No debiste haberlo hecho —fue lo que le dije, tranquila.

—Lo sé, sé que no tengo derecho, pero quería disculparme por lo que dijo Amanda.

—Bien, si te quieres disculpar, no debiste llamar —dije despacio, de todos solo a él no me salía gritarle, ni cerrarle el teléfono en la cara. —si en realidad Amanda lo siente, que no llame, espero me esté escuchando.

—No, ella o sabe que te llame y de verdad, lamento todo lo que te dijo —me comento y no sé si estoy loca, pero note su sinceridad. —no lo mereces, después de todo no.

—No te preocupes, no me afecto.

—Espero, de verdad que Maya y tú estén bien. —Hizo una pausa, sé que quería decir algo más. —Ha de estar grande —dijo y soltó una carcajada.

Yo la verdad no le veía gracia, y aunque mi mente estaba tratando de pensar en que quizás quiere engañarme, mi corazón decía que no, porque es la verdad, de él jamás podría esperar algo malo, de esa familia, es el único que no está podrido.

—¿Por qué haces esto? Si lo estás haciendo por...

—No, no lo hago por eso, solo lo siento —dijo para luego suspirar —cuídate mucho y a ella, por favor.

Me pase la mano por la cara en señal de frustración, porque lo diré, Oscar es el único que ha querido a Maya, ha sido el único que ha respetado todo y sé que ha sido el único al que todo esto de la ha dolido, porque también recuerdo como toco mi puerta y lloro como bebé, por eso por un momento...cedi.

Justo cuando él estaba a punto de cerrar hable.

—¿Quieres... escuchar... —se me dificultaba hablar, así que aclare mi garganta —escucharla otra vez?

—Sí, sí, claro que si —dijo rápido y agitado, como si yo me fuera arrepentir.

—Bien... si le dices algo a Amanda, te juro que...

Mi Deseo. ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora