CAPÍTULO 48 FINAL

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—¡Maya! —vuelvo a llamarla con energía, pero está no me responde.

Siento un dolor agudo en mi pecho, y un palpito de angustia que me atormenta.

Dejo las compras de lado para buscarla en el otro pasillo... pero no esta, tampoco esta en el próximo a ese.

>>Maya... Maya —La llamo apretando mi bolso con angustia —Maya.

Miro a todas partes sintiendo mis ojos arder, pero no dejo que las lágrimas empañen mi vista, necesito saber donde esta mi hija. Siento un ligero mareo, asi que me sostengo de uno de los estantes para tratar de calmarme, no puedo dejarme dominar por los nervios o así nunca la encontraré.

Luego de calmarme emprendo camino hacía servicio al cliente para que la llame por las bocinas.

Mientras camino puedo notar a una niña mirar atentamente un gran estante frente a ella y cuando veo que es nada más y nada menos que mi hija corro hacia ellas.

—¡Maya! —la llamo y ella se gira hacía mi sonriendo como si estuviera feliz de verme ahí con ella, me arrodillo frente a ella y la tomo de los hombros abrazándola un momento mientras suspiro de alivio, pero de todas formas voy a reprenderla porque lo que acaba de hacer estuvo mal —¡Que te he dicho de irte así! ¡Te he dicho que no te aparte de mi!

—Lo sé mami, pero quería ver eso —dice señalando hacia el estante donde hay muchos muñequitos de distintas formas.

—Sí, pero debiste decirme a mi y con gusto veníamos, promete que no volverás a irte sin mi ¡pudiste a verte perdido! Casi me matas del susto, cariño.

Ella hace un pequeño puchero. No quiero que se sienta mal o triste, pero si que entienda que no puede hacer estas cosas.

—Lo siento mami, no lo volveré hacer —dice bajando su cabeza y retorciendo sus pequeñas manos frente a ella.

Paso una mano por su cara y le acaricio la mejilla.

—No estés triste —le digo levantando su mentón para que me mire y tan pronto me mira se lanza a mis brazos y la abrazo fuerte poniéndome de pie —Ahora dime que juguete querías ver.

Señala el estante y me acerco ahí.

—Quiero ese —dice señalando un pequeño juguete de ogro —Es para mi ogro, quiero regalárselo.

Me quedo callada por un momento observando al juguete hasta que mi vista se empaña, evitando que lo vea bien.

Ogro, mi jefe... lo extraño.

Maya toma mi mentón con sus diminutas manos.

—No llores mami... también te puedo comprar uno —dice con inocencia.

Sonrío por lo hermosa que es mi pequeña y asiento hacia ella.

—Esta bien... —respiro hondo para calmarme otra vez —toma el juguete para el ogro y luego el mío.

Ella aplaude feliz y toma los juguetes, un ogro y una princesita. La sonrisa que me da cuando los tiene en sus manos son luz para mi día.

La llevo aún en brazos a las compras que deje pérdidas, porque esta vez no pienso soltarlas.

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Mi Deseo. ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora