Capítulo 29.

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No puede ser, entro a la casa en shock, me recargo de la puerta y escucho a maya en la habitación, pero no sé bien que es lo que hace. Entonces luego de un rato reacciono y voy hacia donde Maya y veo que está sacando todo de las pequeñas gavetas rosas. Después ella se percata de mi presencia y antes de que yo diga algo me pregunta por un vestido, voy admitir que me causa gracia porque parece una mujercita, así que respirando hondo le señalo el armario de madera y color blando de su habitación.

El vestido que quiere es uno blanco, tiene estrellitas en varias partes de vestido y estas son amarillas.

Sonrío al mirarla, recuerdo cuando se lo compre, ella quedo fascinada con el desde que lo vio, aunque no se lo compre el mismo día por estar corta de dinero, hice lo posible para comprarlo, recuerdo también que casi me vuelvo loca al pensar que se habían agotado de su talla. Vuelvo en si cuando veo que corre al baño y la detengo antes de que entre.

Ella se gira a mí ya sabiendo que no la dejo bañarse sola. Entro con ella al baño aun sin creer que iré a cenar con mi jefe y que Maya fue quien acepto.

Luego de salir del baño la vestí con el vestido que escogió, le puse de su crema y colonia, le deje el cabello suelto y solo le puse dos ganchos con formas de estrellas. Esta preciosa.

Después de alistar a Maya ella se encontraba sentada en mi cama moviendo sus piecitos y siendo mi espejo personal, ya que ella quería elegir mi ropa de esta noche, me da risa cada que niega con su dedito o lo pone en su mentón como si pensara, al final se decide por un vestido negro con mangas transparentes y un escote en la espalda que llega a la mitad de la misma, el cual a mí también me encanto, el vestido me queda ceñido al cuerpo, no tan exagerado como para asfixiarme, pero si un poco para resaltar las curvas.

Luego de todo eso se enojó conmigo y se cruzó de brazos, nada más y nada menos porque no la deje maquillarme, pero es que en eso si no la iba a complacer a menos que quisiera ir como payaso a la cena con mi jefe, pero su enojo solo duro un momento ya que luego se me acerco y puso su mejillas para que le pusiera un poco de rubor, y le aplique un poco solamente.

•°•°•°•°•

Dos horas después, Nicolás pasa por nosotras y como pensé Maya le muestra su vestido.

—Ogro te gusta —dice dando vueltas para él —te gusta ogro, yo misma lo elegí, tiene estrellitas. –le dice con tanta emoción que hasta a mí me contagia.

—Me encanta —le responde dándole un beso en la mejilla, la garra la mano y le da otra vuelta, luego me mira a mí y dice —Y que hermosa esta tu madre también.

Entonces se acercó a mí y me besó la mejilla también.

—Gracias —le dije.

—Si estamos linda, pero mami no me dejó maquillarla —dijo como si nada y luego quedó pensativa — ¿tú dejarías que te maquillara ogro?

Yo reí y Nicolás solo asintió cómo si nada y pues moriría por ver eso.

Cuando llegamos al restaurante, era un lugar bastante lujoso y coqueto, era de color blanco con crema, del techo colgaba una gran lámpara de araña, era hermoso, había mesas ubicadas en puntos que brindaban privacidad, era todo hermoso y obvio el lugar estaba rodeado de personas ricachona. Trate de que eso no me hiciera sentir fuera de lugar. Nicolás ya tenía las reservaciones y yo estaba que no me creía que estaba allí con Maya y mi jefe. Porque es que yo jamás acepte, quien lo hizo fue mi atrevida hija. Uno de los trabajadores del restaurante nos guió hacia una mesa que estaba cerca de un gran ventanal, era bellísimo.

Al momento de sentarnos siento que estoy siendo observada, pero no presto atención a eso.

—Yo quiero pastel —dice Maya al momento de estar sentada —de chocolate.

Mi Deseo. ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora