Capítulo 23.

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Me siento como una boba, aquí estoy sentada mirando las tres rosas y suspirando, parezco una de esas princesas locas por el amor de algún príncipe.

Siento que estoy mal de la cabeza y que nadie puede entender por varias razones.

1- Siento que solo estoy creando una película en mi cabeza.

2- Esto se está viendo muy fácil y quizás sea porque quiero que pase.

3- Me gusta mucho mi jefe y...

4- No me voy a resistir.

Si esto es mal, no podría estar con mi jefe, no dejo que cualquiera entre así por así, *Pero él no es cualquiera* eso dice mi conciencia o eso quiero pensar.

Maya lo conoce y por lo que veo está creo alguna amistad extraña con el ogro guapo que ronda mi cabeza. Antes era en la empresa que no me dejaba respirar de tanto mandar de aquí allá y ahora me atormenta con sueños eróticos, esto está para psicólogos.

Pero volviendo al asunto veo mal que me esté gustando mi jefe, en primera eso no siempre acaba bien y en segunda si acaba mal pierdo mi trabajo. Pero tengo ese deseo de vivir esa experiencia, siento la necesidad de besarlo y todo por el estúpido sueño, el destino o que está en contra de mí.

Miro a Cleo y Maya que están frente a mí devorando los dulces, es una tragona también, como Maya.

—Me voy a volver loca. —digo mirando otra vez las rosas.

—No le dé mente —dijo Cleo saboreando un dulce. —Maya amor ve a pintar o a jugar con muñecas.

Le dice a mi niña, la cual sin preguntar se va.

Cleo es de esas amigas que sabe darte malos y buenos consejos a la vez, ahora mismo se veía relajada y feliz y puedo entenderlo después de que me contara su noche con el extraño, el cual sigue en contacto con ella y eso que ella decía que sería solo una noche.

—Me gusta mi jefe. —digo suspirando.

—No te puede gustar por tres rositas —dice mirándome como si estuviera loca. —a mi parecer lo que necesitas es a otro hombre que te halague.

—Es que ni siquiera lo has visto, está como quiere, me hago agua solo de pensar en él.

—Bueno, porque es el primero de pues de mucho tiempo que te llama la atención —me miro asintiendo con la cabeza. —además es tu jefe, ¿Te imaginas lo mal que podría terminar? Sigo insistiendo en que deber...

— ¡No voy a entrar a esas estúpidas páginas! —dije firme para que no lo mencionara.

Alzo sus manos en señal de rendición.

No lo haría ni por necesidad, o sea Cleo tuvo suerte, pero esas cosas de páginas no siempre funcionan, quién sabe qué clase de loco aparezca por ahí.

Pero creo que Cleo tiene razón y mi falta de salir con hombres ha hecho que me vuelva ingenua, pero es que Nicolás me pone mal.

No es posible que un hombre me ponga tan nerviosa y no de una forma negativa.

—Pero tienes razón y pueda que si necesite salir con alguien, por lo menos salir —dije dándole la razón —quizás debería aceptar una invitación de Bruno.

Bruno era el compañero de la empresa con el que más me llevaba, las otras eran una estúpidas chismosas, que criticaban más de lo que trabajaban. Él me había invitado a salir muchas veces, pero yo nada de caso por andar pensando en cierto ogro.

Bruno era sencillo y destilaba ser de esos despistados, pero era buena dulce y gentil, pero aun así no me llamaba.

—Pero me dijiste que ni te gustaba, si vas a salir tiene que ser alguien que te guste.

Mi Deseo. ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora