Capítulo 10.

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Anna Roberts

Desperté por el molesto ruido de la alarma, estiré mi mano aún con la cabeza bajo la almohada y con los ojos cerrados, empecé a palpar hasta alcanzar el botón y lo apague.

Levanté mi cabeza, la cual sentía pesada.

—¡Rayos! —dije al ver que eran las 8:05, a esa hora debía estar ya en el trabajo y Maya en su escuela.

Me levanté como un flash de la cama y corrí a la habitación de mi chiquita, la cual estaba profundamente dormida a diferencia de anoche que no me dejó dormir ni ella lo hizo por una pesadilla que tuvo. Siempre la despierto con cariñitos, pero hoy no sería el día.

Empecé a llamarla hasta que empezó a moverse y quejarse.

—Vamos Maya, es tarde y no vas a querer perder un día de clases, vamos —dije sacudiéndola un poco, cuando vi que al fin despertó, voy directo a la cocina para preparar el desayuno, antes de llegar veo a una asueñada niña caminado hacia el baño.

—¡Maya! —La llamo antes de que llegue —aun no puedes entrar al baño.

—Pero mami dices que es tarde —dice frotando sus ojos con sus manos en puñitos.

—Sí, pero aún estás caliente por haberte despertado ahora, espera un rato, además tú no te sabes bañar.

—Si sé, solo que no me dejas mami.

No digo nada a eso y me sigue hasta la cocina, una vez ahí empiezo hacer todo como flash, aunque no creo que preparar corn flakes con leche tome mucho tiempo.

Después de un rato vamos las dos al baño, hacemos todo lo que necesitamos, y de una manera muy preocupante ya que lo hice todo muy rápido, la visto poniendo su uniforme y yo me pongo el mío también. Le hice un peinado y a la carrera salimos de casa.

Caminamos, digo corrimos hasta la pequeña escuela de Maya, la cual por suerte me quedaba cerca de casa.

Yo trabajo en una cafetería que queda más lejos y aunque no gano un súper sueldo, me ayuda con lo que necesito.

Al llegar veo a Cleotirde parada en la puerta, ella es maestra de la escuela y amiga de años. Al verme empieza a dar toquecitos a su reloj.

—Son las 8:45 y sabes que a las 8:00 ya todos tienen que estar aquí.

—Lo sé, lo sé -—digo acercándome —Se me complicó el escuchar la alarma.

Ella saluda a Maya con un beso y la toma de la mano.

—Tienes suerte de que Amo a Maya con mi vida y a ti solo un poco. —dice sonrindole a Maya.

—Sí tengo suerte, pero ya me tengo que ir, es muy tarde, no vemos —digo caminado de espalda.

—¡Mami! —me llama mi chiquita —te olvidas de despedimos.

—Cierto bebé, lo siento —digo acercándome y bajándome hasta estar a su altura.

Ella solo sonríe, mi chiquita es tan hermosa, la amó.

—Un beso por aquí, para la buena suerte —digo señalando mi mejilla derecha, a la cual ella le da un beso. —otro beso por aquí, porque siempre estaré junto a ti —Señalo mi mejilla izquierda y ella feliz me da un beso.
—En la Nariz, porque te amo —esta vez soy yo quien le da el beso a ella —Y nariz sacudida —empezamos a sacudir nuestras narices juntas.

—porque eres mi vida —decimos al mismo tiempo.

Ella feliz me abraza y corre hacia adentro dónde Cleo la había enviado.

Me incorporo y recuerdo lo tarde que es así que me despido rápido de Cleotirde y me voy corriendo, cuando me detienen nuevamente.

—Espera Anna, se me olvidaba decirte que hoy hay una reunión, justo a la hora de despacho.

—¿Qué? Justo hoy cuando voy a llegar tarde al trabajo, caray.

—Puedes hacerlo eres súper mami, además sabes que no puedo sustituirte.

—Lo sé, aquí estaré.

—Esta bien... Y Anna péinate por Dios, es increíble que la peines a ella y tú no lo hagas.

Me tocó el cabello y me doy cuenta que no estaba peinada, asiento hacia Cleo y al fin me voy.

Una vez en el autobús empiezo a desesperarme y la verdad no sé por qué me apuro si al final llegaré a más de las nueve.

Y no solo por todo el tiempo que dure, sino también por un increíble embotellamiento que hay en la calle.

*Hoy estás despedida* me dije para mí misma.

Aprovecho que estoy sentada para peinarme, ya que es un milagro encontrar un asiento vacío un día de semana y más por la mañana.

Después de un rato al fin estoy llegando a mi parada, cuando alguien me habla.

—mañana pesada ¿Cierto? —miro al señor que me habló, el cual estaba parado y mirándome.

—Sí, muy diría yo —le digo sonriéndole.

Después de eso no hizo silencio más, parecía un radio hablando, no cerraba la boca ni para respirar, es increíble ver cómo una persona puede pronunciar mil palabras en menos de un minuto sin parar, era guapo sí, pero caramba, no es que sea grosera, mas ya me dolía la cabeza y lo cierto es que respire cuando vi mi parada.

Le dije que aquí me quedaba y que fue un gusto, lo sé, la hipotenusa, pero tampoco era mal sujeto por lo que se veía.

—genial yo también me quedo en esta parada y también voy a esa cafetería. —me dijo señalando mi uniforme así que sí, la pasamos desde la parada hasta la cafetería donde trabaja y ahí lo detuve.

—Espera, tienes un talento de hablar súper rápido y mucho, chico. —le digo mirándolo con los ojos muy abiertos.

—Lo siento, lo hago cuando veo a una chica linda —me sonríe tímido y yo le devuelvo la sonrisa.

Cuando voy justo a entrar recuerdo que era tarde y mi jefe me va a linchar al verme entrar, así que me fui por atrás, después de despedirme del chico y verlo entrar por la puerta principal.

Entre y me quite el abrigo que llevaba quedando solo en uniforme.

Después de que mi compañera me reprendiera, empecé a trabajar, la verdad es que no había mucha gente, antes no se podía respirar cuando esto se llenaba, pero de un tiempo para acá no viene tanta gente.

Después de algunas horas de trabajo, mi jefe sale de la oficina y me hace una seña para que vaya hacía dónde el.

Ahora sí la cagué, claro que tonta yo pensar que no se daría cuenta de lo tarde que llegue.

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Hasta aquí el capítulo, espero les guste, recuerden votar y comentar es gratis y me motiva. ❤️👌🤝💖🤗

Mi Deseo. ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora