Capítulo 22.

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Otra rosa, otra rosa naranja encuentro en mi puesto cuando llegó en la mañana y otra cuando me voy, no sé de qué va esto con mi jefe, pero me veo dando saltos como loca.

Hace mucho que cosas así no me pasaban, solo recuerdo que cuando estaba en mi adolescencia, antes de Maya, Owen era el que siempre me estaba enamorando, siempre buscaba la manera de halagarme, siempre con detalles, sus malos chistes y con su locura 

Yo me hacía la difícil porque en principio solo era una atracción ya que era uno de los chicos más guapos del instituto, lo veía tratando de enamorarme todo el tiempo, hasta que lo logro.

Logro volverme loca por él, logro que pensara solo él, logro ser mi primera vez en muchas cosas.

Recuerdo que a mi madre no siempre le agradó y por eso teníamos una semana sin vernos.

Una noche escuché que tocaban la ventana de mi habitación y era él, fue a buscarme y si esa noche me fui con él, esa noche entera la pasamos juntos con sus amigos, bebimos, recibí llamadas de mi madre, pero no me importo, solo sabía que lo amaba y hacía cualquier cosa que él me pedía, esa misma noche concebimos a Maya.

Y todo el cuento de hadas se empezó a caer pera él, porque para mí todo parecía mágico, claro que estuve enamorada de solo una pantalla.

El punto es que estas cosas no me pasaban a menudo, no quería alarmarme y ver cosas donde no lo hay, porque siempre y cuando puede ser solo amabilidad, pero me sentía tan necesitada de sentir algo más, que me quería aferrar a qué mi candente jefe se estaba fijando en mi.

Quería sentir lo que es que te miren con otros ojos, sí lo quería.

Estaba caminando hacia su oficina con la idea de darles las gracias, sé que se encontraba allí, y esperaba que si me saliera el habla, porque últimamente con él no me sale.

Toque la puerta y me adentre con el *siga* lo vi sentado sumergido en papeles. Me acerque lentamente y me detuve cuando levantó su mirada hacia mi.

No sé cómo explicar lo que sentía cuando él me veía de la manera que lo hacía.

Sus labios se estiraron un poco dándole paso a su sonrisa. Me quedé callada por un momento mirando los labios que deseaba probar desde que soñé con él y voy admitir que me arrepiento de no haber aprovechado la vez que me beso para salir de una mujer, me arrepiento totalmente de eso.

— ¿Vas hablar? —me pregunto sonriendo un poco, me daba la impresión de que sabía a qué iba.

—Sí, este... —aclare la garganta cuando sentí el nudo en la garganta. —gracias, por las rosas.

Su sonrisa se agrando más y se puso de pie entrando las manos en sus bolsillos, pero no se movió.

—Me agrada hacerlo. 

Carajo, que mierda me pasaba, no me sale el habla y tampoco sabía porque más estar allí, tenía trabajo que hacer, mucho y ahí estaba de pie buscando lo que no se me perdió.

—Sí, Maya también le manda las gracias.

No sé porque estaba haciendo esto, Maya no agradeció nada, se lo hubiera dicho en la mañana cuando le entregué su café y él seguro se está dando cuenta de toda esta mierda, ya que mantiene su vista en mi.

— ¿Lo has aprobado? ¿Conoces su sabor? —Pregunto, yo no entendía a qué se refería, así que lo mire confundida y él continúo —el macchiato.

Yo negué con la cabeza, sin saber hacia donde quería llegar. Nicolás se acercó a mi con el café en mano.

—hazlo —me pidió —bebe.

Mi Deseo. ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora