Capítulo 14.

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Una semana después...

Hoy me levante de maravilla y estoy más que feliz, pues hoy inicia mi primer día de trabajo, después de buscar durante una semana, Cleo me consiguió una entrevista para un puesto de secretaria en una de las empresa de publicidad más prestigiosas del país, al principio dude de que me fueran aceptar porque la fila para la entrevista era muy larga y como no, si todos quieren trabajar en esa empresa. La cosa es que fui aceptada y estoy muy feliz, el sueldo es muy bueno lo que explica el deseo de todos por trabajar hasta de estatua si es posible en la empresa.

Aún recuerdo como fue mi entrevista y lo amable que fue la señora que me contrato.

—Anna Roberts —mencionaron mi nombre indicando que era mi turno para la entrevista.

Cuando entre vi a una señora mayor y muy elegante sentada en el escritorio, estaba revisando los papeles y la verdad es que se veía muy disgustada, con un permiso hice notar mi presencia, ella levanto la cabeza y me observo por un corto rato para luego sonreír.

Hasta que al fin vino alguien vestida de manera decente, toma asiento querida —me dijo señalando la silla frente a ella. —no se en que pensaban que iban a trabajar las chicas anteriores. Por cierto soy Salomé Rey.

Y era cierto las chicas anteriores tenían unas ropas nada decente, y si no me equivoco eso pasa por que aquí por lo que me dijo Cleo trabajan los hombres más guapos y apetitosos del país.

Salome parecía tener algunos 50 años, se veía muy enérgica y una mujer amable, la entrevista resulto ser agradable y todo fluyo de maravilla, tanto que no tuve que esperar llamadas, me acepto tan pronto termino la entrevista.

Al principio pensé que ella sería mi jefa, pero luego me explico que el señor Lombardo, como se dirigió hacia él, no se encontraba y ella se encargaba de todo esto de las contrataciones, al parecer era mucha la confianza que había.

—No puedo creer como esas chicas pensaban que las iba a elegir para estarse contoneando por toda la empresa, de eso ya tenemos mucho aquí, no queremos más aunque el señor Digo se moleste, sé que Nicolás no lo hará. —dijo por último con una sonrisa, una que me inspiraba confianza.

*****
Así que no conocía a mi jefe, pero por lo amable que fue la señora Rey, seguro él lo sería igual.

Me encuentro aquí en una cafetería que estaba cerca de la empresa comprando un rico café para empezar mi día, después de ser despachada, pruebo un poco del café caliente.

Llevo una camisa blanca, una chaqueta por encima de color negro, unos pantalones negros de vestir y unos zapatos cerrados de tacón. Tan pronto sales de la cafetería puedes percibir todo el ajetreo de la calle, personas van y vienen demasiados apresurados, con tanta gente es difícil no chocar, todos están enfocados en lo suyo sin importar a quien tienen enfrente.  

Cuando pasan estos casos lo único que te queda es caminar con la misma velocidad que lo hacen los demás y lo peor que le puede pasar a uno es caminar en contra de todas esas personas, salgo poco a poco de la multitud para cruzar a la calle que me lleva a mi trabajo cuando en eso siento que me empujan, se me hace inevitable no entrar a la calle donde transitan autos, pero es un auto en especifico que viene a toda velocidad  que hace que simplemente me quede paralizada, cierro mis ojos y solo reacciono cuando escucho el frenazo. 

—¿Pero qué carajo le pasa? —escucho una fuerte voz y reacciono cuando me doy cuenta que es el dueño del auto que ahora esta afuera —¡Responda! ¿Qué le pasa?

Miro a todas partes y luego de respirar profundo le respondo al psicópata.  

—¡Eso mismo debería preguntarle yo a usted! —Le hablo con el mismo tono fuerte de su voz —¿Por qué conduce a tan alta velocidad? ¡esta loco, casi me mata!

Mi Deseo. ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora