Capítulo 40

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Vamos en el auto de Nicolás a el almuerzo con su familia y cabe decir que estoy nerviosa. Mientras Maya y mi   jefe hablan cómodamente del cumpleaños de mi niña que está casi a la vuelta de la esquina, yo voy pensando en como será todo, porque carajos es su familia.

Recordando que el primer encuentro con su hermana no fue el mejor.

—Quiero que mi pastel sea de choco —dice Maya a Nicolás.

—De chocolate, anotado —responde él —también hay que poner un castillo.

—¡Sí como el que tiene bestia! —grita Maya emocionada.

—Idéntico, yo me encargo de eso —otra vez responde Nicolás.

—Mi mami de mi vestido, porque no lo puedes ver. —dice y miro a Nicolás.

Este asiente, y yo solo pienso en lo tan tranquilo que se ve, mientras yo me muero por dentro de los nervios.

>>Habra muchos dulces ogro —continua Maya —quiero dulces de todo tipo ogro, quiero algodón también.

—Tendrás todo lo que quieras —le dice Nicolás con una sonrisa. —Pero claro que mamá tiene que aprobarlo.

—Mi mami sí lo aprueba —dice Maya y yo la miro a ella que cuando se percata de mi mirada me da una sonrisa con cara de niña buena.

Entre esa conversación y otras llegamos al fin a la casa de los padre de Nicolás y mi corazón quiere dejar de ser mío puesto que late tan rápido que creo que me voy a desmayar.

Nicolás se parquea cerca y lo que veo es una hermosa y gran casa de color blanco hueso con azul noche, tiene un jardín delantero con hermosas rosas blancas y rojas que le dan un toque único.

Al momento de bajarnos noto como la puerta se abre y de la casa salen los padres de Nicolás, con más personas detrás, de esas personas solo identificó a Nathan hay otro hombre pero no tengo ni idea de quién es.

—Oh Anna querida —viene a mi la madre de Nicolás dándome un fuerte abrazo que devuelvo con gusto. Esa señora es un amor completo —Que bueno que vinieron.

—Gracias por invitarnos seño... —Empiezo hablar pero me detengo cuando ella me da una mirada de "como mierdas me piensas llamar" así que lo corrijo —Marina, muchas gracias.

Luego el padre de Nicolás se acerca y me saluda con besos en la mejilla y noto como Marina abraza a su hijo, adoración pura es lo que reflejan los ojos de ambos al mirarse.

Mi hija que parece querer más a Nicolás como siempre está pegado a él como una postalita y este se encarga de presentarla a sus padre, al principio se nota tímida pero luego que la señora Lombardo le da unos cuentos  besos se libera.

—¡Una niña! —escucho que gritan al unísono unas pequeñas vocecitas.

Dirijo mi mirada a la puerta y veo como dos niños gemelos vienen corriendo y se acercan a Maya con gran entusiasmo, esta al verlo da pasos atrás y se esconde detrás de Nicolás. Sí mi bebé no es tan dada a tener amigos.

—Oh que cosa más tierna —expresa Marina.

—No te asustes cariño, son feos pero no hay que temer —dice el padre de Nicolás en modo de broma.

Haciendo que los gemelos que estaban mirando a Maya ofendidos ahora lo miren a él.

—¡Abuelo! —gritan los dos otra vez —nos parecemos mucho a ti.

Eso nos hace reír a todos, porque si es cierto eran muy parecidos al abuelo, rubios y de ojos azules.

—Maya, cariño —le hablo —vamos, no pasa nada solo quieren saludarte.

Mi Deseo. ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora