Capítulo 32.

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Estar entre sus brazos era maravilloso, era como si todo a tu alrededor dejara de existir y solo estuviera él.

Después de ese rato tan placentero que el me ofreció, volvimos al trabajo, no tan deprisa, pero si nos separamos cuando recibió una llamada y mientras él se acomodaba su camisa, la cual estaba arrugada, yo me dirigí al baño privado que él tenía.

Mirarme al espejo me hizo notar lo roja que estaba, y es que quién no lo estaría, con ese tremendo fuego que hay entre los dos.

Cuando salí del baño él seguía en la llamada, pero ahora leyendo unos papeles, yo lo observé por un rato y me reí un poco al ver su cabello desabarrotado. Él al notar mi mirada sobre el me dedica una linda sonrisa de medio lado, me acerque de manera silenciosa y pase mis manos por su cabello en un intento de peinarlo.

—¡No me interesa lo quiero para hoy! —le gritó al que estaba del otro lado de la línea, poniéndose totalmente serio.

Me aleje lentamente de él y le tiré un beso con mi mano, eso hizo que me sonriera de nuevo. Así que con esa sonrisa salí de la oficina.

Tan pronto me senté en mi silla, me sentí en el aire y tenía una sonrisa de oreja a oreja que nadie me quitaría.

Pero toda esa ensoñación duro un rato porque me acordé de que tengo que tener la gran mayoría de mi trabajo listo antes de que se termine está semana, ya que habrá un súper evento al cual Nicolás tiene que asistir y Salomé ha estado enferma, así que también la estoy cubriendo a ella.

La cosa es que me había olvidado por completo de que tenía que entregarle la tarjeta de invitación a Nicolás.

El evento consiste en una celebración que se hace de manera anual al cual los empresarios más reconocidos y exitosos deben asistir.
Y bueno, aquí me encuentro leyendo por décima vez la invitación al evento, la cual llego hace un mes y tiene que ser enviada como confirmación de que Nicolás ira. La cosa es que al lado del nombre de Nicolás había una línea vacía y bajo de esta escrita la palabra Acompañante. Ese era el detalle y el porque me tardaba tanto en llevarle la tarjeta de invitación.

Mi conciencia me decía: ponle ninguna. Pero mi lado profesional me lo impedía.

La invitación es una tarjeta de color negro con dorado, como diseño tiene las letras G y E, es hermosa, además se nota que no es una tarjeta cualquiera ya que se ve tan sofisticada que cualquiera la compraría para tenerla en su casa de adorno, y otra cosa es que de la misma desprende un rico aroma, uno que no sabría describir, pero era embriagador.

Al fin decidida me encamino a la oficina de mi jefe, otra vez, me hubiera gustado en el alma, que Salomé fuera la que se encargará cómo le corresponde, pero al estar enferma, yo tengo que ir a preguntar estas cosas.

Toco la puerta y paso cuando él suelta un "adelante" veo que levanta la mirada y al verme me ofrece una sonrisa de esas que bajan bragas, "condenado". por suerte ya había terminado con la llamada. Tan solo entrar a la oficina llega a mi mente lo que pasó hace algunos momentos y todo el calor sube a mi cara, lo más seguro es que este roja y compruebo cuando Nicolás habla.

—Teniendo lindos recuerdos —dijo con una sensual sonrisa y mordiendo su labio inferior, se veía tan sexy —Estamos en trabajo señorita Roberts, no sea pervertida.

No pude evitar reír con su comentario.

—No sé de qué habla señor Lombardo, vine por trabajo. —dije con una gran sonrisa y terminando de llegar al escritorio.

Mi Deseo. ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora