Capítulo 26.

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Anna Roberts.

Lluvia, la lluvia es que escucho, pero no me moja, también siento una molestosa luz que va directo a mis ojos, parece luz del sol, pero no quiero abrir los ojos.

Que extraño lloviendo con un soy tan fuerte así.

Lentamente abrí mis ojos y sentí que se me querían salir, además de que no veía nada con claridad, aprieto los ojos y un intenso dolor de cabeza me soltar un quejido, siento como si miles de martillos me martillea, era una tortura. Me agarre la cabeza y presione con intensión de calmarlo, pero nada.

Abro mis ojos a pesar de lo fastidioso que es y lo primero que captan son una ventana con cortinas azules, para nada mías. El sol intenso las trapazaba y daban en lleno en mi cara. La cabeza me traía mal y tenía deseos de vomitar, además de tener el cuerpo muy adolorido,

¡Carajo! ¿Qué mierda me paso anoche?

Como pude me levante lentamente, pero sentía que me quiera morir, sentía que agonizaba y no tenía ni un 5% de energía, mientras me intentaba parar de la cama, estaba en ropa interior y enredada en las sabanas por completo, empecé a luchar con ellas, para quitármelas, a pesar de que la cabeza y todo mi ser me pedía quedarme en aquella cama.

Estaba tan enredada que no podía zafarme, empecé cansarme más de la cuenta y a desesperarme también, sentía que estaba peleando con las sabanas y ellas eran quienes me atacaban, carajo. La lluvia que en realidad era la duche se seguía escuchando, estaba dispuesta a gritar por ayuda.

Recapitulando, desperté en una habitación y cama que no son mías, tenía un dolor de cabeza como la muerte, quería dormir y a la vez vomitar, no me acordaba de una mierda y estas malditas sabanas no me quieren dejar.

Me empecé a sentir atrapada y que me faltaba el aire.

—¡Carajo! ¡Suéltenme ya! —Grite peleando con ellas —¿Cuál es el plan...? Empecé a decir, pero todo se quedó por mitad cuando caí de boca al piso provocando un gran ruido por la habitación y adivinen aun enredada esas estúpidas sabanas.

Ese golpe logro que la poca energía que tenía se fuera por la ventana, así que solo me quede ahí mirando con un solo ojo, mientras el otro era aplastado por el frio piso, solo tenía medio cuerpo en el suelo, lo otro en la cama.

Me quede ahí sintiendo la cabeza rompiéndose y sin percatarme que la ducha había dejado de escucharse.

—Anna ¿Qué estás haciendo ahí? —escucho que dicen, pero yo no me muevo y solo le veo los pies a Cleo.

Porque si, desperté en una cama que no era mía, pero si sabía a quién le pertenecía y era Cleo. Yo le respondo con un quejido y ella viene rápido en mii auxilio, me ayuda a bajar completamente de la cama y me quita las sabanas, pero yo no me levanta del piso, solo me pongo boca arriba.

—Si te vieras en estos momentos...

—Cállate que todo esto es tu culpa. —Le digo agonizando —¿Qué me paso?

Pero ella no respondió, solo se empezó a poner ropa, así que intente levantarme y ella se quedó a mitad de su ropa y vino ayudarme. Me estaba tambaleando y mis piernas me temblaban, estaba mal realmente mal, mire a Cleo con desespero y ella apretó los labios.

—Ve toma una ducha, te esperaré con unas pastillas y algo de desayunar.

Yo solo asentí y como pude entre al baño, trataba de aclarar las ideas, pero nada, solo recordaba la mitad de anoche lo que quiere decir que me embriague.

Veo mi rostro en el espejo y ahogo un grito con lo horrible que me veo, parezco mapache.

¡Me embriague! Joder.

Mi Deseo. ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora