Lucía
Termino de pintar mi lienzo y observo mis dedos impregnados de pigmentos. Contemplo mi obra recién creada, una amalgama de colores que no existen en mi cotidianidad, pero que anhelo experimentar. Esa jornada, no tenía intenciones de abandonar mi refugio; mi único deseo era liberar mis emociones a través del arte.
En la quietud del espacio, solo se perciben el eco de mi respiración pausada y el ritmo constante de la lluvia golpeando el tejado. Opto por permanecer inmóvil, absorta en la contemplación de mi creación, hasta que las primeras notas de "Ain't No Sunshine" de Bill Withers rompen la serenidad.
Acaricio a Sky, mi leal compañero canino, un lobo siberiano cuya presencia es la única en estas paredes vacías. Recuerdo el día en que mi abuelo me lo entregó en una caja envuelta con esmero en Navidad. Al liberarlo, sus ojos reflejaban una mezcla de alegría y cautela. Su primer estornudo fue un momento hilarante que quedó grabado en mi memoria como uno de los instantes más felices de mi existencia.
Mis pensamientos comienzan a divagar hacia la vida que podría haber tenido en la ciudad junto a mi familia, compartiendo risas y vivencias. Desearía que ellos me brindaran el amor y la comprensión que siempre anhelé. Mi abuelo y mi padre fueron los únicos en ofrecerme un cariño incondicional, aunque uno ya no está y el otro lo mantengo a distancia.
Respecto a mi madre, su indiferencia siempre fue palpable. Mis hermanos, Carlos y Leonardo, son figuras con las que prefiero evitar interactuar, así como ellos parecen preferir ignorarme. A pesar de todo, me enorgullezco de mis logros alcanzados sin su apoyo, alcanzando metas y persiguiendo sueños.
La incomodidad que me embarga me impulsa a cerrar los ojos antes de levantarme y encaminarme hacia el huerto de mi casa.
Mi hogar se halla en las afueras de la ciudad, un enclave que agradezco profundamente. Aborrezco el bullicio constante y el trajín urbano, reservando mis visitas a la ciudad exclusivamente para los fines de semana por cuestiones laborales.
Las viviendas en esta zona se dispersan entre las colinas, cada una exhibiendo su propia personalidad a través de su particular estilo arquitectónico y decorativo. La mía destaca por su jardín exuberante y colorido, una bienvenida visual que invita a cualquier visitante a adentrarse en mi mundo.
Al caer la noche, mi taller se ilumina con la calidez de las lámparas, revelando las creaciones que han brotado de mi mente y mis manos en los últimos meses. Contemplo con satisfacción los lienzos que adornan las paredes, cada uno una expresión única de mi pasión por el arte.
Después de colgar mi cuadro más reciente, me sumerjo en mis responsabilidades diarias. Abro mi correo electrónico y me sumerjo en la tarea de diseñar nuevas portadas de libros, una labor que, aunque exigente, me llena de emoción y creatividad.
Mi trabajo como diseñadora independiente es variado y desafiante. Especializada en la creación de portadas para novelas, me encanta dar vida a las historias de mis clientes a través de mis diseños. Principalmente, me dedico a obras de romance y ciencia ficción, lo que me permite explorar libremente mis ideas más imaginativas y originales.
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El arte que me llevó a ti
RomanceRecuerdo mi época en el instituto, donde dibujaba flores de manera casual, sin ir más allá. Fue entonces cuando mi abuelo, me aseguró que tenía talento. A pesar de sus palabras, no lograba ver más allá de lo que para mí eran meras líneas y círculos...