Lucía
Después de terminar de leer, me retiro al huerto donde Ana y Sky están jugando con su juguete favorito. Es agradable tener a Ana aquí esta semana; ha pasado mucho tiempo desde su última visita a mi casa, y estoy contenta de que haya decidido acompañarme.
Sin embargo, últimamente me siento muy pensativa. Aunque estoy donde quiero estar en la vida, con el trabajo, la compañía y la casa que siempre anhelé, hay algo que falta, y esa sensación me abruma. Pero Ana es mi ancla; desde que la conozco, ha sido mi sostén.
Es triste depender tanto de alguien para mantenerme a flote, y sé que esta necesidad surge de la falta de compañía que experimenté a lo largo de mi vida. Martina, la psicóloga que me trató durante mi adolescencia, me lo hizo notar en varias ocasiones. Mi abuelo me llevó a una de sus sesiones, y allí me abrí por completo ante esa mujer. Recuerdo que lloré muchísimo aquel día, y desde entonces, las lágrimas parecían brotar por cualquier motivo.
Martina me explicó que cuando una persona reprime sus emociones durante mucho tiempo, llega un momento en que esas emociones se desbordan. Y eso es exactamente lo que me sucedió a mí. Decidí buscar ayuda profesional durante mucho tiempo, y Ana fue quien me animó a dar ese paso. Ella veía lo mal que estaba con respecto a mi relación con Elisa, mi madre, y me alentó a buscar ayuda para lidiar con esos sentimientos.
Todo empeoró cuando Gabriel, mi abuelo, falleció durante la pandemia. Tuve que pasar meses en cuarentena, completamente sola, y eso hizo que mi estado emocional se deteriorara aún más. Aunque Miguel y Cecilia, los ayudantes en la hacienda, fueron una compañía reconfortante durante esos meses solitarios, nada podía llenar el vacío que dejó la ausencia de mi abuelo.
Sky, mi fiel compañero peludo, también ha sido un gran apoyo emocional para mí durante estos tiempos difíciles.
Ana chasquea los dedos frente a mí, atrayendo mi atención. La miro y esbozo una sonrisa de medio lado.
— Tierra llamando a Lucía —se burla, riendo—. ¿Qué pasa?
— ¿Alguna vez has sentido que tienes todo, pero nada al mismo tiempo? —le pregunto, buscando una conexión—. ¿Te has sentido tan vacía como llena? Es frustrante.
Ana niega con la cabeza, pero sus ojos muestran comprensión.
— Flaca, no digas eso. Tu vida es lo que tienes, aférrate a ella. Y sé feliz, sin necesidad de buscar explicaciones para ello. Simplemente, disfrútala.
Bajo la cabeza y acaricio a Sky, él me mira con complicidad, como si entendiera cada pensamiento mío.
— Tenerlo todo y nada al mismo tiempo está ligado a la percepción que tienes —explica Ana, buscando mis ojos—. Cuando te dejas llevar por esos pensamientos, tu mente te arrastra a un lugar oscuro. Pero siempre estaré aquí para sacarte de ese hoyo, aunque tenga que ir hasta las profundidades.
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El arte que me llevó a ti
RomanceRecuerdo mi época en el instituto, donde dibujaba flores de manera casual, sin ir más allá. Fue entonces cuando mi abuelo, me aseguró que tenía talento. A pesar de sus palabras, no lograba ver más allá de lo que para mí eran meras líneas y círculos...