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AdriánCuando me despierto, el aroma a coco del cabello de Lucía llena el aire. ¿En qué momento se acomodó así? Me levanto con cuidado, esperando encontrarme con Isaac, ya que anoche vino muy tarde a recoger a su sobrino. Al llegar al salón, noto que no está. Anoche, Isaac estaba muy decaído porque en la reunión anunciaron que algunos tendrían que trasladarse a otra ciudad para trabajar en un nuevo proyecto de vías. Espero que él no sea uno de esos profesionales.
Me dirijo a la cocina y preparo café antes de sentarme en mi escritorio y abrir mi correo. Mia me envió dos opciones para la portada de mi nuevo proyecto. Ambas son geniales y me emocionan, ya que si ya me las envió, probablemente Rodrigo le dio luz verde.
— Buenos días, Adrisaurio —escucho la voz de Lucía desde el pasillo y rápidamente cierro mi correo.
Lleva puesto únicamente un suéter mío y su braguita de encaje negro que tanto me gustan. Absolutamente sexy y a la vez tierna... Esa combinación me mata.
— Buenos días, mi reina —le digo, extendiendo mi mano para que se siente en mi regazo.
— ¿Qué hacías? —me pregunta.
— Eh, trabajo —respondo con una sonrisa inocente.
No quiero mentirle a Lucía sobre este nuevo libro, pero es una sorpresa para todo el mundo, especialmente para ella.
— Ok... —murmura y mira a su alrededor—. ¿Dónde está el bebé?
— Isaac ya vino por él.
— ¿De verdad? —se levanta de mi regazo.
Debo llamar a Isaac y demostrarle mi apoyo. Puede que no sea para tanto, pero probablemente se tenga que ir, y la verdad ya me había acostumbrado a ese imbécil.
— Sí, anoche.
— Entiendo... ¿Ya desayunaste?
— No —le digo rápidamente—. Pero no prepares nada, yo lo hago.
— ¿Tienes tostadas? —pregunta mientras busca en la despensa.
— No... creo.
Lucía se queda mirando un punto fijo, como si estuviera pensando en algo. Me parecería normal si solo fueran segundos, pero demora más de un minuto. Me acerco a ella, y parece estar en otra órbita. Paso una mano por su cara y reacciona.
— ¿Qué tienes? —le pregunto, confundido.
— Este fin de semana se casa mi hermano —murmura.
— Lo sé —le digo, acariciando su cabello—, estoy invitado.
— Por supuesto, irás conmigo —murmura, mirándome con esos hermosos ojos cafés.
— No, me refiero a que invitaron a papá y de paso a mí —le digo y ella parece sorprendida, luego coloca sus brazos alrededor de mi cuello.
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El arte que me llevó a ti
RomanceRecuerdo mi época en el instituto, donde dibujaba flores de manera casual, sin ir más allá. Fue entonces cuando mi abuelo, me aseguró que tenía talento. A pesar de sus palabras, no lograba ver más allá de lo que para mí eran meras líneas y círculos...