Capítulo 16

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Adrián

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Adrián

Es domingo por la noche y estoy sentado en mi escritorio organizando las reuniones y trabajos que tengo para esta semana. Después de unos minutos, dejo todo a un lado y me dirijo al balcón para fumarme un cigarro. Me quedo mirando un edificio a lo lejos, donde veo a una pareja discutiendo. Aparto la vista y me fijo en otro punto, tratando de distraerme.

Después de un rato, regreso a la cocina y apago el cigarro en un envase. Aunque disfruto estar solo, la necesidad de compañía se hace presente. Tal vez debería comprarme un perro. Sky, el perro de Lucía me pareció magnífico y no me gruñó... creo que le caigo bien. De pronto, mi teléfono comienza a sonar y contesto.

— Su alteza —digo con sarcasmo.

— Déjate de idioteces —responde mi padre, y me río—. Te llamo para que recojas en el aeropuerto a Alex y a su hija, Victoria.

— No, ni de broma.

— Adrián, por favor —murmura—. Mañana tengo un juicio importante y necesito prepararme, no podré hacerlo yo.

— Olvídalo, tengo reuniones de trabajo.

— ¡Hazme el puto favor! —grita—. Los recoges, los traes aquí y sigues con lo tuyo.

— Mira papá... —intento replicar, pero me cuelga.

Hace unos días hablamos y le recordé cómo terminé destrozado gracias a Victoria, y al parecer le importó una mierda, porque ahora seré el puto chofer de mi exnovia. Grandioso.

Me siento en el sofá de mi salón y fijo la mirada en un punto vacío, evocando recuerdos de aquella época en la que realmente estuve destrozado. Papá e Isaac fueron quienes estuvieron para mí, sosteniéndome cuando más lo necesitaba. Puede que papá me haya pedido este favor porque realmente no tenía a nadie más a quien recurrir, y estoy seguro de que no lo hizo a propósito para recordarme esa etapa oscura ni para hacerme sentir mal. Aunque ahora mismo, sinceramente, me importa una mierda lo que esté pasando en la vida de Victoria, fueron meses difíciles. Así es la vida, supongo.

Recuerdo los días en los que no podía salir de la cama, el vacío constante y el dolor que no parecía tener fin. Fue Isaac quien me sacó a la fuerza, obligándome a enfrentar el mundo de nuevo, y papá quien, a su manera, me mostró que la vida continuaba. Tal vez este favor es solo otra manera de demostrarme que todavía confía en mí.

La persona que ahora mismome interesa y quiero tener conmigo, no me ha escrito a pesar de que le di minúmero... y bueno, yo tampoco lo he hecho, Lucía logra intimidarme. La quiero verotra vez.

Al día siguiente, me levanto a las 9:00 a.m. y me arreglo para salir. Opto por unos vaqueros negros y una sudadera del mismo color, a juego con mi humor y mi alma. Creo que ya voy tarde; necesito ir a casa de papá a buscar la camioneta. Al bajar, me encuentro con Mauricio, el portero.

El arte que me llevó a tiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora