Lucía
Pasado
Junio de 2009 - Nueve añosYa estoy de vacaciones y mi abuelo Gabriel me recogerá hoy para que pase mis días libres en la finca. Estoy muy emocionada porque me ha contado que ya nació Odín, mi potrillo. Apenas tiene unos días y mi abuelo está esperando que salga de la caballeriza, pero dice que no quiere salir. Cree que yo puedo convencerlo de que salga. No estoy segura de poder hacerlo, pero sería muy especial para mí si lo logro.
Ahora mismo, mi abuelo y mi papá están en una reunión, así que estoy con mamá y mis hermanos. Según mamá, mi abuelo llegará en cualquier momento para llevarme a la hacienda.
Bajo las escaleras y encuentro a mamá en la cocina con la señora Almira, que cocina en casa, mientras mis hermanos están sentados alrededor de la isla comiendo. Los quiero mucho y daría todo por que siempre estuviéramos felices y juntos. Me siento al lado de ellos y espero a que me sirvan de comer, pero cuando Almira pone el plato frente a mí, mamá interviene.
— Lucía no va a comer —dice de manera tajante.
— Pero... Señora Elisa...
— No es problema tuyo —responde mamá, haciendo que la señora Almira baje la cabeza—. Mi papá no tarda en llegar por ella. Seguro la lleva a comer.
— Hermana ¿quieres un poco de mi pollo? —me pregunta Carlos, pero yo sacudo la cabeza. Si mamá dice que mi abuelo ya viene, esperaré.
Así que, emocionada por sus palabras, me voy a la sala y me siento frente a la ventana para esperar a mi abuelo. Quiero ver llegar su camioneta y salir rápidamente hacia la finca. Ya quiero llegar y ver a Odín.
Al cabo de un rato, siento un dolor insoportable en el estómago, como si me quemara por dentro. Decido ir a la cocina y pedirle un vaso de agua a Almira. Mis hermanos ya no están en la cocina; se fueron a sus habitaciones, al igual que mamá. Solo queda la señora Almira, quien organiza los platos de la cocina.
— ¿Quiere que le sirva la comida ya, niña? —me pregunta.
— No, ¿me sirves por favor un vaso de agua?
— Claro que sí —murmura mientras llena un vaso—. Debes tener hambre.
— No creo, lo que siento es como si algo en mi estómago se estuviera quemando y me duele —le digo mientras recibo el vaso de agua—. Puede que, si tomo agua, ya no haya dolor.
— Pero eso no...
— ¡Gracias por el agua! —digo rápidamente y vuelvo a mi lugar frente a la ventana.
"Ya viene mi abuelo, ya viene," me repito. En efecto, el agua calma muchísimo el ardor en mi estómago. Mientras espero, veo cómo las nubes avanzan lentamente, observo el jardín frente a la casa, y noto las motos y carros que pasan rápido o despacio por la calle. Pero pasan muchas horas y sigo esperando, mi abuelo no llega. ¿Le habrá pasado algo?
ESTÁS LEYENDO
El arte que me llevó a ti
Storie d'amoreRecuerdo mi época en el instituto, donde dibujaba flores de manera casual, sin ir más allá. Fue entonces cuando mi abuelo, me aseguró que tenía talento. A pesar de sus palabras, no lograba ver más allá de lo que para mí eran meras líneas y círculos...