Lucía
Pasado
Diciembre de 2019 - Diecinueve añosLa Navidad siempre ha sido un momento muy especial para mí. Desde pequeña, espero con ansias la llegada de diciembre. Era un mes mágico, lleno de luces brillantes, canciones alegres y el aroma reconfortante de las galletas de jengibre horneándose en la cocina. Pero lo que hacía que esta época fuera aún más especial era pasarla con mi abuelo.
Recuerdo claramente que el año pasado, el sol brillaba en el cielo azul y el aire estaba lleno de expectativa y emoción. Mi abuelo, había prometido recogerme para pasar el día juntos en la finca.
Pasamos el día recorriendo la finca adornada con luces parpadeantes y decoraciones festivas. La señora Cecilia preparó deliciosos dulces y compramos regalos entre nosotros. Mi abuelo siempre tenía una historia que contar sobre cada lugar que visitábamos, y yo me quedaba absorta en cada palabra, admirando su sabiduría y su amor por la vida.
Ahora estoy lista, con mi maquillaje impecable y mi atuendo navideño elegido con cuidado, ansiosa por dirigirme a la finca y sumergirme en la magia de la Navidad. Espero con impaciencia a que mi abuelo conteste mi llamada, pero el silencio del otro lado de la línea solo agudiza mi preocupación.
Un timbre. Dos timbres. Pero no hay respuesta. Es extraño, mi abuelo nunca deja de contestar mis llamadas, especialmente en esta época del año tan importante para ambos. Decido intentarlo nuevamente, pero el sonido de unos tacones resonando en el pasillo me hace detenerme. Sé que es mamá.
La puerta de mi habitación se abre lentamente, y en el umbral aparece mi madre, con una expresión grave y los ojos llenos de pesar. Su presencia sola ya me hace temblar, una sensación de inquietud se apodera de mí mientras la observo en silencio, esperando a que comience a hablar.
— Lucía, hija —su voz suena frágil, como si estuviera luchando por contener las lágrimas—. Tenemos que hablar.
Mi corazón se detiene por un instante, presintiendo la gravedad de sus palabras. Me incorporo en la cama, sintiendo cómo la ansiedad se apodera de mi pecho.
— ¿Qué pasa, mamá? —pregunto con un nudo en la garganta, sin atreverme a imaginar lo peor.
Mi madre se acerca despacio, como si temiera herirme con sus palabras—. Es sobre tu abuelo —murmura, desviando la mirada.
— ¿Qué ocurre con él? —inquiero, sintiendo que el miedo se apodera de cada fibra de mi ser.
— Él... él no va a poder ir a recogerte —dice con voz quebrada, y un escalofrío recorre mi cuerpo—. Lucía, hija... tu abuelo... mi papá... —Su voz se quiebra y se detiene por un momento, como si las palabras se le atragantaran en la garganta.
No comprendo del todo lo que está tratando de decirme, pero el temor se apodera de mí, envolviéndome en una oscuridad fría y desgarradora.
— ¿Qué pasa con mi abuelo? —susurro, apenas capaz de articular las palabras. Entonces, mi madre me mira a los ojos, y puedo ver la agonía reflejada en su mirada.
ESTÁS LEYENDO
El arte que me llevó a ti
RomansaRecuerdo mi época en el instituto, donde dibujaba flores de manera casual, sin ir más allá. Fue entonces cuando mi abuelo, me aseguró que tenía talento. A pesar de sus palabras, no lograba ver más allá de lo que para mí eran meras líneas y círculos...