Adrián
Me despierto con una resaca monumental, en una casa que no reconozco. Mi cabeza late con fuerza y mi boca está seca. Me levanto del sofá donde había estado durmiendo y me dirijo a la cocina en busca de agua, desesperado por hidratarme.
El lugar está lleno de personas durmiendo en todas partes. Lo único que recuerdo es que anoche nos invitaron a un cumpleaños. Sí, "nos", porque Isaac estaba conmigo. Miro alrededor pero no veo a Isaac por ningún lado, así que decido buscarlo para poder largarnos de aquí cuanto antes.
Finalmente, lo encuentro despierto y hablando por teléfono en el pasillo.
— Espérame un momento, ya te llamo —dice en cuanto me ve—. Brother, la cagamos.
— ¿De qué hablas?
— Son las once de la mañana. No le dije a Sofía que vendría para acá y está molesta conmigo —me dice inquieto—. Además, ya me llamaron de la empresa, me voy mañana.
— Pero eso es bueno, ¿no? Te vas mañana, hay trabajo.
— Pues sí, pero... ¿y Sofía? —pregunta, mirándome con frustración—. Tú que vas a entender si estás soltero.
Isaac vuelve a llamar a Sofía, su novia, y comienza a explicarle por milésima vez lo que había pasado la noche anterior. Mientras lo hace, yo empiezo a recordar más detalles de la fiesta: la música a todo volumen, los brindis sin fin, y las risas que resonaban por la casa. Debo admitir que me dejé llevar un poco más de lo habitual, pero bueno, ¿quién no lo hace de vez en cuando?
Después de escuchar a Isaac intentando apaciguar a su novia, nos preparamos para irnos. Nos deslizamos entre los cuerpos dormidos, recogemos nuestras cosas y salimos de la casa, agradecidos por el aire fresco de la mañana. Nos dirigimos hacia su coche, y mientras Isaac continúa su conversación telefónica, yo me recuesto en el asiento del pasajero, cerrando los ojos por un momento y pensando en lo extraño que es amanecer en lugares ajenos y cómo la resaca parece empeorar con cada año que pasa.
Al llegar a mi apartamento, me siento un poco desorientado todavía, pero lo primero que hago es dirigirme al baño. Necesito una ducha para despejarme y quitarme el olor a fiesta de encima. El agua caliente me ayuda a relajarme, aunque sigo sintiendo la resaca en cada fibra de mi ser.
Después de un buen rato bajo el agua, salgo y me siento un poco más humano. Me visto con ropa cómoda y reviso mi teléfono, que ya tiene algo de batería luego de ponerlo a cargar antes de ducharme. Lo enciendo y veo varias llamadas perdidas de Rodrigo. Me pregunto qué será tan urgente. Rodrigo no suele llamarme tantas veces a menos que sea algo importante. Decido devolverle la llamada de inmediato.
Marco su número y espero a que conteste. Después de unos tonos, escucho su voz al otro lado de la línea.
— ¿Adrián? ¿Dónde te has metido?
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El arte que me llevó a ti
Roman d'amourRecuerdo mi época en el instituto, donde dibujaba flores de manera casual, sin ir más allá. Fue entonces cuando mi abuelo, me aseguró que tenía talento. A pesar de sus palabras, no lograba ver más allá de lo que para mí eran meras líneas y círculos...