CAPÍTULO 3: Vía de escape

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Lorraine

No podía creerlo, mi tía estaba parada frente a mí con una sonrisa radiante y encima una maleta, eso sólo podía significar una cosa...y definitivamente eso me traería problemas con Roy.

—¿Tía Margarita?

—Sí. ¿Acaso tienes otra tía? —bromeó.

Y sí, ella es mi única tía, también es la única familia que me queda además de mi hijo. Cuando mis padres murieron, ella y su esposo se hicieron cargo de mí. Me mantuvieron y se ocuparon de mi educación hasta que fui a la universidad y me independicé. Solía ir a visitarla todos los meses, pero hace un tiempo Roy me prohibió hacerlo y en vista de que ella no está al tanto de que él me maltrata, no he tenido el valor de llamarla para decirle que no la visitaría de nuevo.

—¿Oí que mencionaste a la tía Margarita? —preguntó Mat detrás de mí y en cuanto divisó la mujer que me acompañaba, corrió despavorido en su dirección—. ¡Tía Margarita!

Está de más decir que Mat la adora, es algo así como la abuela que nunca tuvo. Cuando íbamos a visitarla era como su corto descanso de todo el terror que vivimos aquí. Ella lo trata con tanto cariño y dulzura que la considera su segunda persona favorita, yo aún mantengo el primer puesto.

—Mi niño precioso —ella lo recibió con los brazos abiertos envolviéndolo entre ellos—. Te he extrañado tanto.

—Y yo a ti —respondió él al romper el abrazo—. Extraño ir a Heaven Gold City a verte.

—Y yo extraño sus visitas —la mirada de mi tía viajó hacia mí—. ¿Por qué dejaron de ir?

Me tensé al instante. El tema de los abusos de mi esposo es algo de lo que me aterra hablar y me avergüenza de sobre manera. Nunca he hablado de ello con nadie y mi tía no será la excepción.

—Lo siento, hemos estado ocupados —mentí forzando una sonrisa y haciéndome a un lado—. Pasa y ponte cómoda.

Mateo, tomándola de la mano, la guió hacia nuestra azulada sala de estar y ambos se sentaron en el sofá. Los hojitos celestes de mi niño brillaban con emoción, como pocas veces sucede, por mi culpa.

—Lori, ¿no te importa que me quede un par de días? —preguntó mi tía de la forma más casual.

Mierda, ahora estoy entre la espada y la pared.

Tragué saliva intentando no dejar en evidencia lo nerviosa que estaba ante la situación. Me encantaría que mi tía se quedase, su aura cálida siempre me ha hecho sentir segura y en casa, pero no depende de mí y tampoco quiero involucrarla en mis problemas. Temo que quiera intervenir por mí y eso sólo empeoraría las cosas.

—Pues... —me aclaré la garganta—. Por mí está bien pero debo consultarlo con Roy primero, como llegaste de improvisto...

—Oh, entiendo —asintió—. Pero estoy segura de que él estará de acuerdo, sabes que es muy comprensivo.

Sí, claro.

Roy nunca ha mostrado su verdadero rostro ante mi tía —ni ante nadie más— por lo que ella no tiene idea del monstruo que se oculta detrás de esa sonrisa amigable y su fingida buena actitud. Además, cuando solía ir a verla a Heaven Gold City, sólo nos quedábamos escasas horas con ella en las que sería imposible que notara que algo andaba mal.

Mi mirada se conectó con la de mi pequeño rubito quien al instante me hizo saber que compartíamos el mismo temor. Le brindé una pequeña sonrisa para calmarlo, entre nosotros nunca han hecho demasiada falta las palabras, nos entendemos con simples gestos.

Contrato: "Familia en Arreglo"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora